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¿Quién ideó la primera pila?

   En el año 1793, el físico italiano Alessandro Volta demostró que eran necesarios dos metales distin­tos para producir una corriente eléctrica. Por entonces su com­patriota Luigi Galvani creía haber descubierto la electricidad animal al observar las contracciones de un anca de rana muerta suspendida por un gancho de cobre de un bal­cón de hierro. Volta, en una de sus polémicas con Galvani, explicó que eran los dos metales, al entrar en contacto, los que producían una te­nue descarga que hacía contraerse al anca de rana. Fue entonces cuando él mismo, que había ya establecido el potencial eléctrico de los distintos metales, construyó su célebre pila, el primer acumulador o batería eléctrica de la historia. Unió alterna­tivamente apilados unos discos de cobre con otros de cinc, separados entre sí por discos de cartón o paño empapados en una disolución sali­na; luego enrolló todo el bloque con un alambre y unió los dos cabos de éste. Al hacerlo se produjo una fuerte chispa. Cualquier pila de las numerosísimas que hoy en día son de uso tan corriente está basada en el mismo funcionamiento: dos me­tales de diferente potencial eléctri­co, o electrodos (o polos positivo y negativo) conservados en un medio líquido o sólido en el que se hallan parcialmente sumergidos y que ge­neran una reacción electroquímica.

¿Quién nos legó la cámara oscura?

   Si bien el primero de los aparatos fotográficos se llamó daguerrotipo, y daguerrotipia el procedimiento por el que la fotografía comenzó a funcionar y a divulgarse, sería in­justo decir que el inventor del método por el que se fijaban las imágenes en la cámara oscura fue sólo Jacques Daguerre. Lo que hizo este inventor francés fue perfeccionar el invento de otro paisano suyo, Joseph Nicéphore Niepce, quien en el año 1824 había preparado un método median­te el cual se lograron las primeras fotografías.

¿Quién fue el inventor del revólver?



   Las películas del «Oeste» nos han familiarizado con los personajes y los elementos más característicos de la Norteamérica del siglo XIX: pistoleros, indios, caballos, armas, etcétera. Entre estas últimas, y refi­riéndonos a las de fuego, dos son las que con más frecuencia apare­cen en la pantalla: el rifle y el revól­ver, y cada una de ellas con su mar­ca legendaria, el Winchester y el Colt, respectivamente. El Colt debe tal nombre a su inventor, el estadounidense Sa­muel Colt. Nacido en Hartford, Connecticut, en 1814, pasó su ju­ventud embarcado. A los 22 años construyó y patentó un revólver de madera, de repetición, que tenía un tambor rotativo con cámaras para la pólvora y la bala. Ambas cámaras se alineaban para el disparo median­te un solo cañón. Esta arma fue empleada con éxito en la Guerra de Florida, en 1837. Al comenzar la Guerra de México, se reavivó el in­terés de Colt por los revólveres y construyó una fábrica en Hartford, en la que abasteció cuantiosamente a las tropas nordistas durante la Guerra de Secesión. Sucesivamente, el revólver fue ad­quiriendo popularidad, hasta ser el arma preferida por el ejército, los representantes de la ley, los pistole­ros y la gente que sólo buscaba en un arma de fuego el medio de de­fenderse en una época violenta. Al mismo tiempo, fue perfeccionándo­se, hasta llegar al modelo de seis balas. Según algunos especialistas en la historia de Norteamérica, los más importantes factores en la co­lonización del Far West fueron el Colt y el alambre de espinos. Samuel Colt, que murió en 1862, es asimismo el autor del primer cable submarino, protegido con tubo de plomo, que se tendió en el puerto de Nueva York.

Samuel Morse

   Samuel Finley Breese Morse (1791-1872). Físico y pintor estadounidense nacido en Charlestown, Massachusetts, inventor del telégrafo que lleva su nombre. En sus años escolares mostró interés por la química y el electromagnetismo; sentía también gran inclinación hacia la pintura y, con el objeto de perfeccionarse en dicho arte, se trasladó a Londres en 1811. En 1813 expuso allí su "Hércules Moribundo", que fue pre­miado con medalla de oro, y posteriormente pintó un cuadro de Lafayette para el Municipio de Nueva York. En 1826 fundó en esta última ciudad la Academia Nacio­nal de Arte y Diseño, la que presidió hasta 1841. Al volver a los E.U.A. de un viaje a Europa en 1832, la conversación a bordo giró sobre la electri­cidad y la conveniencia de poderse comu­nicar instantáneamente entre América y Eu­ropa. Estimulado por esa idea, Morse expuso ante sus compañeros de viaje un plan para un telégrafo electromagnético. A la sazón Morse era un artista reconocido, al que esperaba un futuro prometedor. Sin embargo, despreció esas oportunidades y se recluyó en un pequeño taller de la c. de New Haven, donde soportó años de pobreza y sacrificio, alentado siempre por el propósito indeclinable de inventar un te­légrafo. Durante ese periodo murió su esposa, y sus hijos fueron repartidos entre diversos parientes suyos. En 1837 sus esfuerzos se vieron coronados por el éxito, y solicitó una patente para lo que llamó "telégrafo electro­magnético americano". Morse pidió entonces ayuda económica al gobierno de los E.U.A. y a va­rios gobiernos extranjeros, sin obtenerla de momento. Se hallaba ya al borde del desalien­to cuando el congreso norteamericano aprobó la erogación de 30.000 dólares para tender una línea telegráfica entre las ciudades de Washington y Baltimore. De ahí en adelante el éxito quedó asegurado, y el 24 de mayo de 1844 se envió el primer mensaje con las si­guientes palabras: What hath God wrought (¡Lo que ha hecho Dios!). Siete años más tarde se organizó la Western Union Telegraph Company. En 1875 Morse cooperó con Ciro West Field en sus empeños por tender un cable trasatlántico. Ayudó también a que se tomaran los primeros daguerrotipos en su país.

¿Quién hizo posible la moder­na industria del caucho?


   A principios del siglo XIX, el caucho apenas había pasado de ser una sim­ple curiosidad tropical para los euro­peos y norteamericanos. Se cono­cían algunas de sus cualidades naturales: servía para hacer bolas ca­paces de botar a gran altura y servía también para borrar los trazos del lápiz (por eso los ingleses lo llamaron rubber, que quiere decir borrador). Pero aún estaban lejos de imaginar para el caucho las aplicaciones in­dustriales que conocemos hoy. Para que eso sucediera tuvo que descubrirse primero el proceso quí­mico llamado vulcanización. Si el escocés Charles Mac Kintosh hubiera conocido la vulcanización, no hubiera tenido tantos problemas cuando se propuso en 1823 utilizar el caucho para algo práctico. Mac Kintosh revistió dos piezas de tela con caucho disuelto en benceno, prensó las dos partes engomadas y utilizó el material para la fabricación de impermeables. Pero no consiguió evitar que, a poco calor que hiciera, los impermeables se convirtieran en unas prendas pegajosas en las que la goma se derretía por entre las pie­zas del tejido. Como en otras apli­caciones a las que se destinó el cau­cho, éste se tornaba tan tieso en invierno como blando en verano.

¿Quién fue el inventor de la dinamo?


   El descubrimiento de Michael Fa­raday supone uno de los pasos más importantes que se han dado hacia la aparición de un fenómeno que ha cambiado por completo el aspecto de las ciudades y el modo de vida de los hombres en general: la electrificación.

   Faraday, químico y físico inglés na­cido en Nervington Butts en 1791, descubrió la dinamo, es decir el ge­nerador eléctrico, cuando se dio cuenta de que un imán en movi­miento, dentro de un disco de cobre, era capaz de producir electri­cidad. Hasta entonces, se sabía, después de los descubrimientos de Oersted, justamente el fenómeno contrario, es decir, que una corrien­te eléctrica genera un campo mag­nético; pero el descubrimiento de Faraday tenía mayores aplicaciones prácticas, ya que permitía producir electricidad. Actualmente, los mo­dernos generadores de las grandes centrales eléctricas conservan, fun­damentalmente, el mismo mecanis­mo de la dinamo del científico inglés.

   A partir del invento de la dinamo, Faraday hacía prácticamente cada año algún invento o descubrimien­to. Entre otros, podemos citar la electrólisis, es decir, el procedimien­to electroquímico para descom­poner las soluciones salinas. Ade­más, licuó varios gases, produjo nuevas clases de vidrio óptico y efectuó la vaporización del mercu­rio. A él se deben los términos áno­do y cátodo para designar los polos positivo y negativo, y en su honor se usan las palabras faradio y fara-day como unidades de capacidad eléctrica y de cantidad de electrici­dad, respectivamente. Entre sus principales obras se en­cuentran: Manipulación química. Investigación experimental en química y física e Investigación ex­perimental con la electricidad. Fara­day, que además escribió un intere­sante Diario, murió en 1867.

¿Quién inventó el telégrafo eléctrico?

   Probablemente, aparte de Leonar­do da Vinci, no encontraremos muchos hombres tan polifacéticos como Samuel Finley Breese Mor­se. Nació en Charlestown (Massachusetts) en 1791 y murió en Nueva York 81 años más tarde. Muy joven comenzó su carrera de pintor, como retratista en Boston, y contribuyó a fundar la Academia Nacional de Dibujo, que llegaría a presidir con el tiempo. Sin embar­go, sus inquietudes no se agotaban con la pintura y en 1832 comenzaría a trabajar en el telégrafo eléctrico que luego llevaría su nombre, idean­do también el famoso alfabeto de puntos y rayas para las transmi­siones. Asimismo colocó el primer cable eléctrico submarino en la bahía de Nueva York y consiguió del go­bierno una subvención de 30.000 dólares para tender una línea telegráfica entre Washington y Baltimore, a través de la cual envió un famoso telegrama: ¡Lo que Dios ha hecho!, en el año 1844. El telégrafo eléctrico se difundió pronto por el mundo, y su inventor fue con­decorado por varios gobiernos de Europa.
   Dentro del polifacetismo de Morse, hay que decir que fue un destaca­do miembro del Congreso norte­americano y que recopiló la prime­ra geografía de su país. Samuel Morse llegó incluso a escri­bir un tratado de política: La conspi­ración extranjera contra las liberta­des de los Estados Unidos. Los últi­mos años de su vida los dedicó casi por completo a la pintura. En 1871, un año antes de s¿u muerte, los te­legrafistas norteamericanos erigie­ron una estatua en el Central Park de Nueva York al inventor del telé­grafo eléctrico.
   Tres décadas después, el italiano Marconi inventaría la telegrafía sin hilos, para la que se seguiría usando el alfabeto Morse.

¿Quién demostró que no eran necesarios cables para trans­mitir sonidos a distancia?

   — Si recibes la señal dispara tu fusil al aire— le dijo el joven Guglielmo Marconi a un campesino que siem­pre le ayudaba en sus experimentos. La señal que tenía que recibir su ayu­dante consistiría en tres golpecitos cortos en su receptor, la letra S del alfabeto Morse. El joven Marconi la enviaría por uno de los aparatos construidos por él, desde el granero de su casa de Pontecchio, cerca de Bolonia, al receptor que atendería su ayudante, esta vez más lejos que nunca: al otro lado de la colina. Marconi esperaba que las ondas pu­dieran dar aquel salto. Llevaba varios años obsesionado, ante la desespe­ración de su padre y el apoyo de su madre, por la idea de enviar mensa­jes sin hilos, sin cables, a larga distan­cia. Pasaba horas y horas entre sus aparatos, hablando continuamente de las ondas hertzianas y de las electromagnéticas, y experimen­tando constantemente. Cuando Marconi pulsó las tres seña­les cortas, casi inmediatamente se oyó una lejana detonación, prove­niente del otro lado de la colina. Esa detonación era la confirmación de todas sus esperanzas y el comienzo de su éxito y de su fama. No importó que su invento, la telegrafía sin hilos, no hallase el apoyo necesario en su país, Italia; Marconi marcha a Ingla­terra y allí, cuando tan sólo contaba veintidós años de edad, el registro de patentes de ese país inscribe su nombre. Surge la Compañía Marconi y comienzan a proliferar estaciones emisoras y antenas... En pocos años, su telégrafo era capaz de transmitir cada vez a mayor distancia, y Mar­coni realizó positivos ensayos entre una estación en tierra y barcos en alta mar.

¿Quién hizo posible que nues­tro cuerpo pueda ser explora­do por dentro sin abrirlo?


   Wilhelm Roentgen era profesor de Física de la Universidad de Wurzburgo, en Alemania, y llevaba varios días haciendo experimentos en su labo­ratorio con un tubo de vacío (cápsula especial de vidrio por la que se hace pasar una corriente eléctrica). Un día, exactamente el 8 de noviembre de 1895, comprobó que un frasco co­locado en un rincón de la habitación brillaba débilmente; lo tomó y obser­vó que contenía un producto químico fluorescente: platinocianuro de bario. La habitación estaba casi a oscuras, excepto el foco luminoso que proyec­taba el tubo de vacío. Por tanto, el frasco brillaba porque lo iluminaba dicho tubo. Roentgen lo cubrió en­tonces con un cartón negro, pero el frasco siguió brillando. Era evidente que el tubo irradiaba algo más que la luz, algo similar a la luz pero no exac­tamente luz; algo capaz de traspasar el cartón y hacer brillar, además, al frasco. Montó una pantalla de papel pintado y la recubrió con un baño de platinocianuro de bario. La colocó cerca del tubo de vacío, cambiando varias veces su situación respecto a éste; pero siempre que se producía la corriente dentro del tubo, la pan­talla brillaba.

¿Quién explicó por primera vez que la estructura del áto­mo es como un sistema pla­netario?

   Hasta que el científico Ernest Rutherford describiera lo que se ha llamado el modelo atómico de Rutherford, se sabía realmente muy poco acerca de la estructura del átomo. En el año 1911, Rutherford formuló la teoría de que el átomo está compuesto por un núcleo car­gado positivamente, alrededor del cual giran los electrones negativos en órbitas de radios diferentes. Se­gún ello, la estructura del átomo sería como un minúsculo sistema planetario en el que el Sol sería el núcleo y los electrones los planetas. Ernest Rutherford nació en Nelson (Nueva Zelanda) en 1871 y, tras cur­sar estudios en la Universidad de su tierra natal, se trasladó a Cambridge (Inglaterra), donde habría de dis­currir una buena parte de su vida científica y docente. Durante cierto período de tiempo, desempeñó una cátedra de Física en la Universidad Me Gilí de Canadá y fue allí donde inició sus investigaciones acerca de la naturaleza y las transformacio­nes de las sustancias radiactivas.

¿Quién formuló la ley de pe­riodicidad de los elementos?

   Dimitri Ivanovich Mendeleiev, nacido en Tobolsk en 1834, era el último de los catorce hijos del direc­tor del Liceo de la ciudad y, al igual que su prolífico padre, siguió la vo­cación docente, la cual habría de llevarle a importantes investigacio­nes en el campo de la química que le harían universalmente famoso. Mendeleiev fue profesor del Institu­to Técnico de San Petersburgo y más tarde catedrático de Química en la Universidad de esta ciudad. En 1893 fue nombrado director de la Oficina Rusa de Pesas y Medidas, desde la que contribuyó con efica­cia a implantar en su país el sistema métrico decimal. Cuando tuvo lugar el nacimiento de la industria petro­lera norteamericana, el gobierno ru­so encomendó a Mendeleiev la in­vestigación de las posibilidades de explotar los yacimientos de Bakú y del Cáucaso, que aún siguen siendo los más ricos suministradores de «oro negro» soviético. Mendeleiev tuvo esa responsabilidad debido a sus brillantes trabajos sobre la ex­pansión de los líquidos y la dilata­ción y compresibilidad de los gases. Sin embargo, el renombre de este químico ruso se debe sobre todo a su clasificación periódica de los ele­mentos químicos, basada en el des­cubrimiento de que las propiedades de éstos dependen de las funciones periódicas de sus pesos atómicos. La ley de la periodicidad de los ele­mentos de Mendeleiev quedó ex­puesta en una tabla que presentaba una serie de huecos, que corres­pondían a elementos aún descono­cidos; la ley expuesta resultó de extraordinaria utilidad como guía en la búsqueda de varios elementos todavía no conocidos. Estos ele­mentos y sus propiedades fueron descritos con notable acierto por el sabio ruso.
   Mendeleiev publicó en 1869 su obra más importante. Principios de Química, en la que se compendiaba de algún modo las importantes aportaciones científicas de su au­tor, que murió en 1907.

Leonardo Torres Quevedo, inventor español

Leonardo Torres Quevedo (1852-1939)
Pocos de los que cruzan por encima del Niágara y contem­plan el majestuoso espectáculo con que la Natura­leza regala sus ojos saben que el transbordador que les permite admirar tales maravillas se debe al in­genio del sabio español Leonardo Torres Quevedo, nacido en Santander, que dedicó su incansable ac­tividad y su gran talento a una de las más sorpren­dentes ramas de la Mecá­nica, la Automática, a la que dio gran impulso des­de su laboratorio de la ciudad de Madrid.
   Leonardo Torres Quevedo fue un español ilustre que descolló en diversas ramas del saber, especialmente en Automática. Múltiples inventos se deben a su ge­nio, entre ellos, el teleki­no, el transbordador que lleva su nombre, el mara­villoso ajedrecista y una armadura funicular para dirigibles.
   Hoy nadie se asombra de que una nave, un torpedo o un avión sean dirigidos desde tierra con precisión absoluta y sin que en la maniobra sea necesario el concurso de tripulación alguna. Pero a principios de siglo, esta hazaña era algo porten­toso y sin precedentes. Aún se recuerda la sensa­ción que produjeron los experimentos efectuados en la rada de Bilbao con el famoso telekino inven­tado por Leonardo Torres Quevedo, barquichuelo que pudo ser dirigido a distancia con toda seguri­dad, con una precisión absoluta de maniobra.

Niépce, el padre de la fotografía

Es común que se cite al francés Jacques Louis Dague­rre como inventor de la fo­tografía. Pero, en realidad, el padre de la criatura es su compatriota Joseph Nicéphore Niépce, quien en 1827 obtuvo su prime­ra imagen tras ocho largas horas de exposición a la luz. Da­guerre se asoció con Niépce y, gracias a esta colaboración, nació en 1829 el primer dague­rrotipo obtenido sólo con uno o dos minutos de exposición. ¡Todo un avance para aquella época!

John Tyndall

  Thomas H. Huxley y John Tyndall fueron los primeros hombres de estudio que inten­taron con singular fortuna la divulgación científica en los países de habla inglesa. Estos dos sabios mos­traron que los fenómenos naturales y los principios fundamentales de la ciencia son tan maravillosos y sugestivos como el cuento de hadas más entreteni­do y fantástico.
   Ambos eran grandes difusores de la cultura cien­tífica entre las masas populares; Huxley, con su formación de médico, se dedicó a la Biología, y Tyn­dall, nacido en Leighlin Bridge, condado de Carlow, Irlanda, casi un autodidacto, que en su juventud había sido conductor de locomotoras, se dedicó a la Física; influyeron grandemente en él sus relaciones juveniles con Faraday, de quien fue compañero como profesor de Filosofía Natural en la British Royal Institution. Tyndall hizo originales investigaciones sobre muchas cuestiones científicas, como el movi­miento y progreso de los glaciares, el comportamien­to de los vapores y gases en la radiación del calor, el calor radiante y las circunstancias que determinan la opacidad del aire para el sonido, que coinciden con la que produce la opacidad óptica. Su desinte­rés fue demostrado cuando al terminar su gira de conferencias en el Nuevo Mundo (1872-1873), cedió todo el dinero que ganó en beneficio de la ciencia ame­ricana.
   Entre Los escritos más conocidos de Tyndall, se cuentan: El calor, considerado como una forma del movimiento; Cuestiones referentes a distintos temas científicos para gente no científica; Los estados del agua en las nubes, en los ríos, en el hielo y en los glaciares; Seis conferencias sobre la lúa, dadas en América.

Grandes inventores


JUAN GUTENBERG.
Nació en Maguncia, Alemania, alrededor de 1395. Fue el primero en Oc­cidente en idear la imprenta de caracteres móviles; pronto al­canzó con ella un alto nivel de perfeccionamiento técnico. La "Biblia" por él impresa fue una obra maestra del arte tipográfi­co. Efectivamente, los caracte­res de imprenta habían sido in­ventados por el herrero chino Pi-Sheng (1041). Sin embargo, el arte tipográfico moderno tie­ne gus orígenes en la invención de Juan Gutenberg.
Murió en 1468.




LEONARDO DE VINCI.
Nació en 1452. Versado en todas las cien­cias de su tiempo, fue pintor, es­cultor, arquitecto, músico, escri­tor, poeta, matemático, anatomis­ta, botánico, ingeniero hidráuli­co, edil y mecánico naval. Proyec­tó numerosas máquinas, pero só­lo se interesó por construir al­gunas de ellas, limitándose a esbozar las restantes. Fue, en resu­men, un verdadero genio enciclopédico.
Murió en el año 1519.

¿Quién descubrió el oxígeno?


   El químico y sacerdote inglés, Joseph Priestley, alguna vez fue descrito como un hombre que tenía el arte de hacer descubrimientos importantes, siguiendo las teorías erróneas. Nació cerca de Leeds en 1733. Priestley fue un ministro inconformista, con un intenso interés en la ciencia. Una amistad duradera con el estadista y científico estadounidense Benjamin Franklin lo llevó experimentar con la electricidad. Luego se interesó por la química y descubrió varios gases, siendo el oxígeno el más notable. Priestley lo llamó "aire deflogistizado". Fue el químico francés Antoine Lavoisier quien más tarde le dio el nombre de oxígeno al gas descubierto.
Priestley fue un trabajador descuidado y desordenado, pero con destellos de brillantez que inspiraron a otros hombres a seguir y completar sus experimentos. Sus puntos de vista políticos eran muy adelantados a su tiempo por lo que encontró poco apoyo. Sus simpatías con el movimiento revolucionario francés le ganaron muchos enemigos. En 1795 abandonó Inglaterra y se instaló en Estados Unidos.

Ernst Mach - datos biográficos


Ernst Mach fue un físico y filósofo austriaco, cuyas ideas sobre la investigación y la física de fluidos hizo posible que Albert Einstein pudiera elaborar su teoría de la relatividad. Los estudios de Mach sobre los cuerpos en movimiento a través de gases a altas velocidades dio lugar a la utilización de la expresión Número Mach. Mach 1, por ejemplo, es la velocidad del sonido. Mach 0.5 es la mitad de la velocidad del sonido. Mach 2 es dos veces la velocidad del sonido.

Aunque los resultados de los experimentos de Ernst Mach fueron publicados en su tiempo, no pudieron comprobarse o utilizarse hasta que los aviones comenzaron a acercarse a velocidades cercanas a la velocidad del sonido. Su trabajo ha tenido gran influencia en el pensamiento científico moderno.

Nacido en Turos, Moravia, el 18 de febrero de 1838, Mach se educó en Viena. Se desempeñó como profesor de física en la Universidad de Graz desde 1864 a 1867, en la Universidad de Praga, de 1867 a 1895, y como profesor de filosofía en la Universidad de Viena de 1895 a 1901. En 1901 fue admitido en el Parlamento austríaco. Murió cerca de Munich, Alemania, el 19 de febrero de 1916.

¿Quién inventó el reloj de péndulo?


   El matemático holandés Christiaan Huygens fabricó el primer reloj de péndulo en 1657. Su invento consistía en controlar el mecanismo del reloj mediante el movimiento regular de un péndulo oscilante. Este reloj medía los minutos e indicaba los cuartos y las horas.

¿Cómo funciona?
   Un reloj de péndulo convierte el movimiento oscilante de un péndulo en el giro de las manecillas. Un peso acciona el mecanismo del reloj. Al oscilar, el péndulo balancea una palanca llamada ancla. El movimiento regular del ancla sujeta y suelta la rueda de escape, permitiéndole avanzar un diente cada vez. La rueda principal hace girar las manecillas. El peso aporta la energía que mantiene en movimiento todo el engranaje.
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Datos interesantes sobre Michael Faraday


  • El físico y químico británico, Michael Faraday, nació el 22 de septiembre de 1791 en Newington Butts.
  • En 1831 Michael Faraday descubrió que la electricidad se podía hacer que fluyera en una bobina de cable moviendo la bobina en el campo magnético entre los polos de un imán en forma de U. La corriente podía hacerse más potente, simplemente mediante el uso de más alambre enroscado en la bobina y también con el uso de imanes más potentes.
  • Todos los generadores que abastecen a nuestro mundo moderno con electricidad están construidos de imanes y bobinas de alambre.
  • Michael Faraday demostró también que si un cable que tiene electricidad fluyendo a través de él se coloca en un campo magnético el cable se moverá. Este descubrimiento fue la base para el posterior desarrollo de los motores eléctricos.
  • Faraday es a menudo llamado el padre de la era de la electricidad.

Curiosidades sobre Alessandro Volta

  • Alessandro Volta fue un físico italiano pionero en el descubrimiento de la electricidad.
  • Nombre completo: Alessandro Giuseppe Antonio Anastasio Volta
  • Nació en Como, Italia, el 18 de febrero de 1745.
  • Volta fue hijo de una madre noble y de un padre de la alta burguesía.
  • Volta es especialmente conocido por la invención de la pila eléctrica en 1800.
  • Volta inventó el electróforo, un aparato utilizado en la generación de electricidad estática, y el electroscopio, que podía detectar pequeñas cargas de electricidad y determinar si una carga era positiva o negativa.
  • Alessandro Volta inventó también una pistola electrostática y el condensador eléctrico.
  • Volta descubrió el metano mediante la recolección del gas de los pantanos.
  • En 1789, Volta fue nombrado profesor titular de la cátedra de física experimental en la Universidad de Pavía.
  • En 1794, Alessandro Volta se casó con Teresa Peregrini, con la que tuvo tres hijos, Giovanni, Flaminio y Zanino.
  • El trabajo de Volta se apreció casi de inmediato, no sólo por sus colegas científicos, sino también por los jefes políticos del estado. En 1801, Napoleón lo llamó a París, y le entregó una medalla de oro al mérito científico.
  • Alessandro Volta falleció el 5 de marzo de 1827.