Los descubrimientos de Michael faraday

   Antes de que se conocieran los trabajos de Faraday, la única manera de producir energía eléctrica eran las baterías; pero la corriente producida por ellas no era muy potente y resultaría inadecuada para la mayoría de los usos que damos a la elec­tricidad actualmente.

   En 1831, Faraday hizo un gran descubrimiento: encontró que era posible hacer circular la corriente eléctrica por un carre­te de alambre con sólo mover dicho carrete en el campo magnético que se forma en­tre los dos polos de un imán en forma de U. La fuerza de la corriente puede aumen­tarse haciendo que el alambre del carrete tenga mayor número de vueltas y em­pleando imanes más potentes. Todos los generadores que proporcionan la electri­cidad necesaria en nuestra época, están hechos con imanes y carretes o bobinas de alambre; para moverlos se emplean rue­das hidráulicas o calderas de vapor.

   Faraday demostró también que si se hace pasar una corriente eléctrica por un alambre y se coloca dentro de un campo magnético, el mismo alambre se mueve. Este descubrimiento sirvió de base para el perfeccionamiento y desarrollo de los mo­tores eléctricos.

   Fue tanta la importancia de estos dos descubrimientos que, con frecuencia, se llama a Faraday el padre de la era de la electricidad. También en el campo de la química hizo Faraday algunos descubri­mientos; entre ellos el de la bencina, que sirve de punto de partida para la fabrica­ción de tinturas, perfumes y explosivos.
   Los resultados de los trabajos de Fara­day son más asombrosos todavía si to­mamos en cuenta que su instrucción es­colar fue muy deficiente.

   Faraday nació en 1791 en la población de Newington, que ahora es un subur­bio de Londres. Su padre era herrero y no tenía medios para mandarlo a la escuela; pero el muchacho entró a trabajar en una librería y allí se despertó su interés por los libros científicos.


   Un día, el joven Faraday asistió a una conferencia del famoso hombre de ciencia, sir Humphry Davy y tomó cuidadosamen­te algunas notas; de regreso a la librería, hizo algunos dibujos que ilustraban las explicaciones de Davy, los puso junto con las notas en un libro y lo envió al gran sabio, acompañado de una carta donde ex­presaba su interés por la ciencia.

   Davy se interesó por él y le pidió que lo fuera a ver. Como resultado de esa visita, Faraday se convirtió en ayudante del cé­lebre sabio. Al principio, Faraday lavaba los utensilios de cristal y hacía la limpieza del laboratorio, pero poco a poco le fueron confiados trabajos más importantes. A base de constancia llegó a ser un gran hom­bre de ciencia.