Antes de que se conocieran los trabajos de Faraday, la única manera de producir energía eléctrica eran las baterías; pero la corriente producida por ellas no era muy potente y resultaría inadecuada para la mayoría de los usos que damos a la electricidad actualmente.
En 1831, Faraday hizo un gran descubrimiento: encontró que era posible hacer circular la corriente eléctrica por un carrete de alambre con sólo mover dicho carrete en el campo magnético que se forma entre los dos polos de un imán en forma de U. La fuerza de la corriente puede aumentarse haciendo que el alambre del carrete tenga mayor número de vueltas y empleando imanes más potentes. Todos los generadores que proporcionan la electricidad necesaria en nuestra época, están hechos con imanes y carretes o bobinas de alambre; para moverlos se emplean ruedas hidráulicas o calderas de vapor.
Faraday demostró también que si se hace pasar una corriente eléctrica por un alambre y se coloca dentro de un campo magnético, el mismo alambre se mueve. Este descubrimiento sirvió de base para el perfeccionamiento y desarrollo de los motores eléctricos.
Fue tanta la importancia de estos dos descubrimientos que, con frecuencia, se llama a Faraday el padre de la era de la electricidad. También en el campo de la química hizo Faraday algunos descubrimientos; entre ellos el de la bencina, que sirve de punto de partida para la fabricación de tinturas, perfumes y explosivos.
Los resultados de los trabajos de Faraday son más asombrosos todavía si tomamos en cuenta que su instrucción escolar fue muy deficiente.
Faraday nació en 1791 en la población de Newington, que ahora es un suburbio de Londres. Su padre era herrero y no tenía medios para mandarlo a la escuela; pero el muchacho entró a trabajar en una librería y allí se despertó su interés por los libros científicos.
Un día, el joven Faraday asistió a una conferencia del famoso hombre de ciencia, sir Humphry Davy y tomó cuidadosamente algunas notas; de regreso a la librería, hizo algunos dibujos que ilustraban las explicaciones de Davy, los puso junto con las notas en un libro y lo envió al gran sabio, acompañado de una carta donde expresaba su interés por la ciencia.
Davy se interesó por él y le pidió que lo fuera a ver. Como resultado de esa visita, Faraday se convirtió en ayudante del célebre sabio. Al principio, Faraday lavaba los utensilios de cristal y hacía la limpieza del laboratorio, pero poco a poco le fueron confiados trabajos más importantes. A base de constancia llegó a ser un gran hombre de ciencia.