Estaba claro que un haz de rayos pasaba del tubo a la pantalla; un haz de rayos misteriosos, desconocidos. Roentgen los llamó rayos X: se acababa de producir un descubrimiento sensacional. Porque cuando Roentgen, tras comprobar que (además del cristal y el cartón) también la madera resultaba transparente a los rayos X, colocó su mano ante la pantalla y pudo ver cómo la silueta de los huesos destacaba sobre la sombra menos oscura de su carne, se dio cuenta de que aquellos misteriosos rayos podían «retratar» objetos no transparentes a ellos en el interior del cuerpo humano, como era el caso de los huesos. El propio Roentgen perfeccionó su hallazgo aplicando al mismo técnicas fotográficas. Había nacido la radiología. La posibilidad de diagnóstico de muchas enfermedades acababa de dar un paso gigantesco.
¿Quién hizo posible que nuestro cuerpo pueda ser explorado por dentro sin abrirlo?
Estaba claro que un haz de rayos pasaba del tubo a la pantalla; un haz de rayos misteriosos, desconocidos. Roentgen los llamó rayos X: se acababa de producir un descubrimiento sensacional. Porque cuando Roentgen, tras comprobar que (además del cristal y el cartón) también la madera resultaba transparente a los rayos X, colocó su mano ante la pantalla y pudo ver cómo la silueta de los huesos destacaba sobre la sombra menos oscura de su carne, se dio cuenta de que aquellos misteriosos rayos podían «retratar» objetos no transparentes a ellos en el interior del cuerpo humano, como era el caso de los huesos. El propio Roentgen perfeccionó su hallazgo aplicando al mismo técnicas fotográficas. Había nacido la radiología. La posibilidad de diagnóstico de muchas enfermedades acababa de dar un paso gigantesco.