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Costumbres caníbales

   De acuerdo con las anécdotas de Jack Bromilo, de la Iglesia me­todista y primer misionero en el área donde está asentada la tribu de los galeya en la Isla Ferguson, provincia de la Bahía Milne en Papua Nueva Guinea, éstos tenían costumbres que sorprendían a los extranjeros. Las mujeres asesinaban a su primer hijo aplastándolo contra una roca junto al río. Después ofrecían el cadáver a los cerdos para que no quedara resto alguno del pequeño, pues podría atraer a los espíritus malignos, sinó­nimo de desgracias para el pueblo. A continuación la madre amamantaba a un puerco durante un año y entonces la tribu le daba permiso para tener su siguiente hijo. Los galeya se encon­traban en constante lucha contra los vecinos; cuando mataban a uno de ellos, le cortaban la cabeza y el jefe del clan se comía los sesos. El resto de la tribu, incluidos mujeres y niños, se dividían el cuerpo para cocinarlo al fuego de la hoguera. Según sus creencias, el hombre nunca fallece de muerte natural, sino a causa de un es­píritu enviado por cualquier enemigo que le dispute su territorio, su mujer o sus animales. Aún quedan represen­tantes de ese grupo pero son objeto de una severa vigilancia para impedir que sigan practicando sus viejos usos.

¿Por qué se dice que las herraduras traen buena suerte?

   No se sabe cómo se originó esta superstición, pero parece que proviene de Lorena (Francia) y de aquí se propagó a otros países. El descubrimiento de una herra­dura de caballo es un feliz presagio. Las tarjetas de felicitación van, a menudo, adorna­das con la herradura de la suerte.
   Aparte de la herradura otros objetos se consideran también como amuletos: el trébol de cuatro hojas, una pata de conejo, un medallón con el número 13, etc.

¿Qué es el fetichismo?

    En antropología, el fetichismo es la veneración de un objeto que se cree que tiene poderes sobrenaturales. Hay varios tipos de fetiches que se encuentran en muchas sociedades del mundo. Existe la creencia de que algunos fetiches contienen espíritus. Otros, como los amuletos y talismanes, se consideran que dan suerte y buena fortuna, sin ser la morada de algún espíritu en particular. Algunos fetiches son pequeños y son llevados como amuletos por sus portadores. Objetos de buena suerte, como la pata de conejo, son fetiches en algunas sociedades. África Occidental es famosa por el fetichismo asociado con el arte de la talla de madera.
    En psicología, el fetichismo es una fijación anormal a cualquier objeto. Los niños pequeños que no pueden separarse de sus mantas y los adultos que están enamorados de las prendas de vestir del sexo opuesto se dice que son fetichistas.

¿Por qué decimos "en boca cerrada no entran moscas"?

No en pocas ocasiones, somos en exceso habladores y charlatanes. No sabemos guardar un secreto. Si una nube de moscas amenazase con introducirse en nuestra boca, sin duda optaríamos por mantenerla cerrada.
Se alude, con el refrán, a la convenien­cia de ser prudentes en el hablar. Es innegable que manteniendo la boca ce­rrada nos evitaríamos indiscreciones de las que luego nos arrepentimos. Así y todo, tampoco puede extremarse en ex­ceso una postura que nos convertiría prácticamente en mudos. La prudencia y la mesura en el hablar, como en to­do, son buenas consejeras.

¿Qué es la ceremonia japonesa del té?


   El gusto por saborear el té y los procedimientos para ha­cerlo varían en todo el mun­do. A los chinos y a los japo­neses, les agradan más los tés sin fermentar, que producen una bebida de color amari­llento.
Ceremonia del té en Japón
   Costumbres que datan de la Edad Media son las que han dado origen a la ceremonia japonesa del té, que se celebra en un cuarto especialmente acomodado para ese objeto. La persona que prepara el té para sus invitados, activa y graciosamente, lleva al cuarto los utensilios y se sienta ante el hornillo construido en el piso. En él, hay un recipiente de agua caliente con un cucharón de bambú, que descansa sobre la tapa; después de enjuagar la te­tera, pone en ella un poco de té, que toma de un recipiente de laca, vierte sobre él un cucharón de agua y agita la mezcla con un batidor de bambú. Mientras tanto, los invitados saborean dulces que toman de una dulcera.
   Los británicos son, de todos los europeos, los más aficionados al té; le agregan generalmente leche y azúcar. En Inglaterra, todo el mundo dedica un rato al día a tomar una taza de té. En cierta época, los americanos prefirieron el té verde, pero actual­mente, las clases fermentadas son las que más se consumen.
   Los rusos rara vez usan leche o azúcar con el té, pero acostumbran ponerle una rebanada de limón o alguna especia. En Suiza, frecuentemente, se mez­cla con canela, y en los países del África del Norte, el té con menta es la bebida favorita de los árabes. En el Turkestán, el fermentado se hierve hasta que queda casi negro, y luego, se le agrega crema.
   La especie de té más cultivada es Thea sinensis, de la familia de las teáceas, y sus principales va­riedades son bohea y viridis.


¿Cuál es el origen de la palabra Tabú?

    En sus correrías por el Oceáno Pacífico, el célebre capitán Cook arribó en 1777 a la isla de Tongatabu, en la que lo sorprendió la frecuencia con que los nativos que la poblaban, entre muecas y aspavientos, pronunciaban la palabra tabú en las más distintas ocasiones y con los más diversos motivos. Su curiosidad lo llevó a averiguar su signi­ficado; sus indagaciones lo condujeron a descubrir que con ella se quería significar algo que estaba ve­dado o prohibido, por lo que no podía ser tocado sin sufrir el que tal hacía consecuencias favorables o desfavorables. Esta idea o concepto mágico se ex­tendía por diversos archipiélagos; en el resto de Po­linesia, se le daba el nombre de tapú; en Melanesia, tambú, y en las Hawaii, kapú.
    El tabú representa una prohibición mágica o re­ligiosa que puede referirse a una persona, a un animal, planta o lugar, en determinadas condiciones de tiempo o en circunstancias de las más diversas y variadas.
La violación del tabú acarrea castigos impuestos por los jefes, sacerdotes o magos de la tribu, pero más que de carácter concreto y material son de sig­nificación mágica, a causa del poder sobrenatural que emana de la persona o cosa tabú, lo que deter­mina una desventura para el violador a los ojos de sus coterráneos y a los suyos propios, al ponerse en juego, desatadas contra él, las fuerzas invisibles per­judiciales. El que contraviene el tabú contrae enfer­medades que le envían los espíritus malignos, sufre graves riesgos y aun la muerte. A veces, los indivi­duos de su propia tribu lo sacrifican en seguida, para evitar que el maleficio se difunda entre los demás.
    Su poder o el maleficio que de él dimana es trans­misible. A veces, determinados sujetos que gozan de ciertas virtudes, condiciones mágicas, prerrogativas de casta, dignidad o jerarquía, al contacto con el tabú se hacen más dignos de respeto, se impregnan de su poder religioso o mágico, o adquieren virtudes sobrenaturales; incluso ellos pasan a ser tabú. En Tahití y en otros países, se cree que las personas o cosas que son noa, es decir, que no gozan de este poder, se hacen tabú en tales circunstancias. Así, se hace tabú el lugar donde el mago pone el pie, al me­nos, durante cierto tiempo, o el plato en el que come el Mikado y que está en contacto con él. Pero el contacto con el tabú es, por lo contrario, fatal si la persona o cosa no gozan de aquellas condiciones o jerarquías. Un ejemplo muy demostrativo era el tan conocido de la influencia que emanaba del Arca de la Alianza, que veneraba el pueblo de Israel; tan sólo podían manejarla los sacerdotes, y producía grave daño quebrantar esta norma. En ocasiones, el individuo tabú, si de nuevo se ha de incorporar a la vida normal, necesita sufrir un proceso de puri­ficación.
    Son tabú, no sólo las personas y las cosas, sino incluso ciertos días o períodos del año, como las fa­ses de la Luna, que influyen favorable o desfavora­blemente en la siembra, la recolección, la caza, la pesca. Así, es conocido el hecho de que en la Anti­güedad, eran nefastos los días en que el Sol entraba en la constelación del Can; una supervivencia de esta creencia entre nosotros es la expresión días perros, aplicada a aquellos en que nos ha ocurrido al­guna desgracia o hemos sufrido penalidades. En algunos pueblos, el enfermo y el cadáver son tam­bién tabú.
    Una interpretación mágica que no deja de tener relaciones con la significación de este vocablo es el tótem, manifestación también de procesos relaciona­dos con lo subconsciente, como trata de demostrar Freud en su obra Tótem y Tabú, tan discutida.
    El tótem implica una relación estrecha entre el hombre, una tribu, pueblo o grupo humano con un objeto natural, con un ser animal, o a veces, con su espíritu. Estas creencias están extendidas, sobre todo, entre los pueblos indios americanos; la palabra pro­cede de los indios ojibwa, que corresponden al grupo algonquino del Canadá. Una forma de tótem existe en América Central y se extiende hasta México; en él, se supone que al nacer, se establece una estrecha relación entre los recién nacidos y su nagual, verda­dero tótem individual, por lo que se ha denominado a esta forma nagualismo.
    El hechicero es el que liga el destino del hom­bre desde su nacimiento a un animal, que viene a representar el segundo yo o doble, al extremo que su vida, su salud y su muerte están ligadas de un modo indisoluble a la de su nagual. En sus luchas con los indígenas, los conquistadores conocían el te­mor de los guerreros aztecas al daño que pudiera sufrir su nagual, que combatía a su lado y los pro­tegía; por eso, apenas el español mataba un animal tal como un pájaro verde, que pudiese ser el nagual o tótem de un determinado guerrero indígena, éste se sentía perdido.
    Este y otros conceptos análogos han tenido diver­sas y complejas interpretaciones en la Etnología, en la magia y en los mitos de los pueblos. La idea totémica ha creado entre los pueblos indios del Canadá los famosos palos totémicos. en los que como verda­deros árboles genealógicos se señalan y representan los antepasados de la familia, de la tribu o del grupo y su evolución en el pasado. En algunos casos, como sucede en Australia, la mujer encinta llega a supo­ner que encarna en ella el tótem de los antepasados para ser regenerado. Entre los ainús, pueblo pesca­dor, se casan todos los años con gran solemnidad dos doncellas de la tribu con una de las redes de pesca, a fin de que su espíritu sea propicio en las pescas futuras.
    La obra de Freud encuentra en estas primitivas ideas mágicas el origen de no pocas creencias, temo­res, supersticiones y consejas que persisten en las gentes civilizadas.

Siete supersticiones curiosas


  1. Cuelga la herradura con las puntas para arriba... no vaya a ser que la buena suerte escape por debajo.
  2. Vístete con la ropa del revés. Es un excelente disfraz para im­pedir que la Muerte te reconozca y te elija como víctima.
  3. No te cases en mayo. Los romanos honraban a sus muertos en este mes y es época muy infausta para los amantes.
  4. Después de hablar de buena suerte, da tres golpecitos sobre madera. El significado religioso de la madera proviene de la crucifixión de Cristo en la cruz. 
  5. No cruces los cuchillos sobre la mesa en que comen. Simboliza el entrecruzarse de dagas y espadas en el combate. Además, la composición mágica del hierro tiene el poder de provocar rencillas.
  6. Entra y sal por la misma puerta cuando vayas a visitar un amigo. Si sales un momento de la casa para regresar después, siéntate un momento junto a la puerta y cuenta hasta diez antes de entrar por segunda vez.
  7. No tropieces antes de empezar un nuevo día ni antes de iniciar una nueva aventura. Es de mal augurio para ti y para tus colaboladores. Para contrarrestar el traspiés, da tres vueltas en redondo y dí: «Me doy tres vueltas para echar a la mala suerte.»

¿Por qué se considera el viernes trece como de mala suerte?

  Una frase que oímos seguido es: «No corras riesgos ni intentes nuevas empresas en viernes trece».
  Históricamente, el viernes es un día calamitoso. Jesús murió en vier­nes. Eva sedujo a Adán con una manzana un viernes y el bíblico Dilu­vio se inició en aquel día fatal. El número trece es catastrófico. Re­presenta el número de comensales de la Santa Cena. Los filósofos y matemáticos griegos lo despreciaban por «imperfecto». La mitología escandinava dice que se encontraban congregados doce dioses cuando Loki, espíritu del mal y de la disensión, irrumpió en el banquete (con­virtiéndose en el decimotercer invitado) y dio muerte a Balder, el más reverenciado de todos los dioses.

¿Es de mala suerte encender tres cigarrillos con el mismo fósforo?


   Aun cuando el tres suele ser un número que trae suerte, representa la Santísima Tri­nidad y hay que tener mucho cuidado con su uso. En otros tiempos, la Iglesia ortodoxa prohibía a los seglares encender los tres cirios del altar con la misma vela, aunque ésta era cosa que podía hacer, en cambio, un sacerdote. En la guerra de los bóers, los soldados britá­nicos ahorraban fósforos sirviéndose de uno solo para encender tres cigarrillos. La prolongada iluminación de la cerilla daba tiempo al enemigo para apuntar a los soldados, por lo que era frecuente que el tercer hombre se convirtiera en blanco perfecto.

¿Por qué a la gente le gusta asustarse con las películas de terror?

   En primer lugar, es importante recordar que muchas personas no disfrutan de estas experiencias, dice Jack Nitschke, profesor de psiquiatría y psicología de la Universidad de Wisconsin-Madison. Pero las que sí, quizá están buscando las emociones proporcionadas por la amígdala, una región del cerebro que controla nuestras respuestas emocionales a las experiencias y eventos más destacados.
   La amígdala se activa cuando nos encontramos con algo que nos da miedo, por ejemplo, con un extraño amenazador. Es por eso que solía llamarse a la amígdala el "centro de temor" del cerebro.
   Pero los científicos ahora saben que toda clase de estímulos - como las cosas que nos disgustan o sexualmente nos despiertan - también activan esta área, dice Nitschke. Y una vez activada, la amígdala desencadena una serie de otras respuestas en el cerebro y el cuerpo que contribuyen a nuestro entusiasmo.
   El por qué algunas personas anhelan este tipo de estimulación no está claro. Tal vez algunas personas simplemente necesitan una amígdala más activa por alguna razón, dijo Nitschke. También es posible que los que habitualmente ven películas de terror o gustan de juegos de video violentos se habitúan, y por lo tanto "necesitan un impulso cada vez más grande para que trabaje la amígdala", agrega.
   Se sabe, por ejemplo, que mostrarle a una persona un imagen terrorífica provoca una gran respuesta del cerebro por primera vez. Sin embargo, a la décima vez la respuesta es muy pequeña. "Es como si la amígdala dijera, 'OK, no es para tanto, ya he visto esto antes'", dice Nitschke, a pesar de que la última imagen mostrada es tan horrible como la primera.

¿Las personas son atraídas por personas que se parezcan a ellas?

   Sí, dice Linda Roberts, profesora de desarrollo humano y estudios familiares en la Universidad de Wisconsin-Madison.
   Roberts, quien estudia la familia, dice que la evidencia apoya esta sabiduría popular. La gente es generalmente atraída por otra gente de clase social, edad y etnia similares. Para ilustrar este punto en su clase sobre relaciones de pareja, ella elige a un alumno que se encuentra en una relación a largo plazo y pretende averiguar las características de la pareja, basando sus conjeturas sobre las características del propio estudiante.
   "Puedo acertar con algún grado de certeza", dice. "No es perfecto, pero los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos cuando buscan aparearse".
   La tesis de "atracción entre iguales" se reafirma en ciertas preferencias al momento de elegir pareja, añade Roberts.
   "La gente elige compañeros que tienen la misma longitud en el lóbulo de la oreja o anchura de nariz. Parece que es inconsciente, pero la verdad es que tenemos una propensión a elegir las personas que se parecen a nosotros mismos. "
   Los hombres y las mujeres tienden a elegir parejas con el mismo nivel general de atractivo, añade Roberts. Estadísticamente, alguien de belleza despampanante elige a alguien despampanante, y la gente regular tiende a elegir el centro del espectro. "Obviamente hay una gran cantidad de excepciones, pero esta es la tendencia", dice.
   Finalmente, los investigadores han "demostrado" otra poca de sabiduría popular: la gente se parece a sus perros. O por lo menos, en un experimento con base únicamente en retratos, los participantes pudieron acertar qué perros correspondían a sus respectivos dueños, mejor de lo que el azar podría predecir.

¿Cómo acostumbraban escribir los antiguos cretenses?

   Nadie hasta ahora ha conseguido descrifrar la escritura cretense, de la que sin embargo nos han llegado numerosos ejemplos: casi dos mil tablas de arcilla. Es la primera es­critura que, al igual que la nuestra, traza las letras de izquierda a dere­cha; a veces, no obstante, cuando termina la línea, retrocede de dere­cha a izquierda con un tipo de escri­tura llamada bustrofedónica, es de­cir, «que va y viene como el camino del buey cuando ara los campos».




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El origen de dos amuletos de buena suerte

   Tres teorías sobre el origen de la superstición de la herradura del caballo:

  1. San Dunstan, herrero de oficio, encontró el Demonio a su puerta. El Diablo pretendía que lo herrase. Dunstan, reconociendo al «malvado», lo amarró y puso manos a la obra causando grandes dolores a su cliente. El Diablo se puso a gritar pidiendo misericordia y Dunstan lo soltó, aunque sólo cuando el Diablo le prometió no volver a entrar nunca en una casa protegida por una herradura. 
  2. Las brujas cabalgaban en esco­bas porque tenían un miedo mortal a los caballos. De ahí que la he­rradura de caballo sea un buen hechizo protector contra las brujas. 
  3. Las herraduras son de hierro, metal de la buena suerte y tienen forma de cuarto lunar, que también es signo de prosperidad.


   El origen de la pata de conejo como amuleto de buena suerte.
El hombre admiraba antiguamente al conejo: su astucia en la caza, su habilidad para ocultarse bajo tierra, sus en­cuentros con otros conejos en las noches de luna. El hombre se sentía particularmente admirado ante su velocidad, consecuencia de sus po­derosas patas traseras. El conejo pasó a convertirse en signo de bue­na suerte y su pata trasera en codiciado amuleto.

¿Cuál es el origen de la creencia de que el trébol de cuatro hojas es de buena suerte?


   Según una leyenda, al ser expulsados Adán y Eva del Jardín del Edén, Eva arrancó un trébol de cuatro hojas (que abundaban en el Jardín) para llevarse consigo un recuerdo de los días pasados en el Paraíso. La rareza de la planta (en otros tiempos) contribuía tam­bién a aumentar su valor, aunque en la actualidad se encuentran semi­llas que dan únicamente tréboles de cuatro hojas.
Un antiguo adagio habla de la buena suerte que reporta el trébol: «Una hoja para el buen nombre, / Otra para la riqueza, / Otra para el fiel amante, / Otra para la salud,/ Suman en total el trébol de cuatro hojas.»

Algunas supersticiones comunes

Estornudar
Superstición. Cuando uno se encuentra en presencia de otra persona en el mo­mento en que ésta estornuda, hay que protegerla del peligro diciendo: «¡Jesús!» o «Gesundheit», Otra bendición igualmente aceptable es, por ejemplo, «¡Salud!»
Origen. Antiguamente, el hombre creía que en su aliento estaba su alma, la «esencia de la vida». Cuando Dios creó al hombre «insufló en sus narices el hálito de la vida». La expulsión brusca de aquel aliento —el estornudo— equivale a expulsar la vida del cuerpo. Ade­más, deja un vacío en la cabeza que podrían ocupar los espíritus del mal. Los ciudadanos romanos temían al estornudo en época en la que sobre su ciudad se abatió una plaga, durante el reinado del papa Gre­gorio el Grande. Como veían el estornudo como signo evidente de la proximidad de una enfermedad, fue el papa Gregorio quien ins­tituyó el uso de la frase «Dios te bendiga» para proteger a quienes estornudaban contra los peligros de la enfermedad.

¿Por qué existe la costumbre de juntar las manos al rezar?


 El juntar las manos durante la plegaria no tiene un origen religioso. Ni se menciona en la Biblia ni fue parte de la tradición cristiana hasta el siglo IX. Hasta ese mo­mento, tanto en el culto hebreo como en el cristiano, la postura más común del que oraba era extendiendo brazos y manos hacia el cielo. El juntar las manos se remonta al primitivo deseo de los hombres de sojuzgarse unos a otros y deriva de la costumbre de poner grilletes a los prisioneros.
Aunque, más tarde, los grilletes desaparecieron, el juntar las manos quedó como un símbolo de servidumbre y sumisión y como evidencia de que no se podía (o no se quería) empuñar un arma. La cristiandad adoptó el gesto que representa las manos encade­nadas como un signo de la total obediencia del hombre al poder divino.

¿Qué es la aeromancia?

La aeromancia (del griego aero, "aire", y manteia, "adivinación") es adivinación mediante la interpretación de las condiciones atmosféricas. Otros nombres incluyen arología y aerología.

Práctica
La aeromancia utiliza formaciones de nubes, corrientes de viento y eventos cosmológicos como cometas, para tratar de adivinar el futuro. Hay algunos subtipos de esta práctica, que son los siguientes: Austromancia (adivinación por el viento), ceraunoscopia (observación de rayos y truenos), chaomancia (visión aérea) y meteoromancia (meteoros y estrellas fugaces).

Historia
Fue un tipo de mancia muy extendida entre los pueblos primitivos. Se cree que la práctica de la aeromancia ya era utilizada por los antiguos sacerdotes babilónicos.

Influencia cultural
La aeromancia fue mencionada en Deuteronomio 18 siendo condenada por Moisés. También fue condenada por Alberto Magno en el Speculum Astronomiae, que describe la práctica como un derivado de la nigromancia. La práctica fue desacreditada por Luis de Valladolid en su trabajo de 1889, Historia de vita et doctrina Alberti Magni.


Parece ser que en la aeromancia las formas inconcretas de las nubes u otras formaciones vaporosas inducen al vidente significados psíquicos concretos que el vidente traduce a exactos.

¿Por qué se usa el color azul para los niños y el rosa para las niñas?


 Puesto que los niños pequeños se parecen, desde tiempos remotos se decidió identificar sus sexos usando diferentes colores. En la antigüe­dad se creía que espíritus malignos amenazaban el bienestar de los niños y que estos espíritus eran alérgicos a ciertos colores, especial­mente el azul. Según el Dr. Brasch: «Se consideraba que la asociación del azul con el cielo, y el carácter divino que éste implicaba, transformaban a las fuerzas satánicas en impotentes y las alejaban. Aún en nuestros días, los árabes de Orien­te Medio pintan las puertas de sus casas de azul para espantar a los demonios. Por lo tanto, el ponerle el color azul a un niño pequeño, no era sólo un adorno sino una precaución necesaria.» Por otro lado, como las niñas pequeñas eran consideradas inferiores, no se creyó necesario protegerlas con ningún color especial, pero, posteriormente, los padres tomaron conciencia de lo descuidados que habían sido con las niñas e introdujeron para ellas el color «rosa».

Supersticiones de personajes famosos

Como se verá a continuación el tener supersticiones no es privativo de la gente del pueblo o de ignorantes, sino que es por demás común entre personajes sobresalientes a lo largo de la historia y de diversos pueblos.

  • Hitler simpatizaba con el número siete (supersticiosamente planeó sus batallas mili­tares más importantes el día siete de cada mes) y había diseñado la esvástica nazi pensando en el antiguo símbolo budista que, entre otras cosas, representaba la rueda de la vida.
  • Cornelius Vanderbilt tenía las patas de la cama metidas en platos de sal, para que lo guardaran de las acechanzas de los espíritus del mal.
  • Somerset Maugham tenía el símbolo del «mal de ojo» grabado en la repisa de la chimenea y lo había hecho imprimir en sus papeles y en sus libros.
  • Napoleón Bonaparte temía a los gatos (ailurofobia) y al número trece.
  • Una curiosa superstición de Winston Churchill era acariciar a los gatos negros para atraerse la buena suerte.

¿Por qué la X simboliza un beso?

 Hay varias teorías respecto a por qué la X ha llegado a representar un beso. Una hipótesis se basa en el significado matemático de la X, que puede significar cero o «(un) infinito (deleite)». Puede también multiplicar el amor y el rego­cijo.
Sin embargo, el uso de este signo romántico puede tener dos expli­caciones. Originalmente, representaba el dibujo estilizado de dos bocas X tocándose —X—. Pero, y en forma más complicada, el beso se asoció a la cruz por una cadena de hechos que se deben a la falta de educación del hombre.
En la antigüedad, los analfabetos firmaban los documentos con una cruz y lo hacían así por una razón obvia. Una cruz era lo más simple de dibujar y además, siendo un símbolo sagrado, llevaba implícita la promesa de honestidad. Pero para confirmar solemnemente aún más la veracidad de lo que se había endosado, el firmante besaba su «firma», como estaba acostumbrado a hacerlo con el libro sagrado. Y es así como, finalmente, por esta asociación, la cruz se identificó con el beso.