¿Quién inventó el astrolabio?


   Sorprende conocer cómo muchos pueblos de la antigüedad se aventu­raban en frágiles embarcaciones por la inmensidad del mar, llevando a cabo largos viajes que les alejaban considerablemente de sus tierras. Por necesidad o por espíritu de aven­tura, hubo pueblos que adquirieron fama de excelentes navegantes, que se especializaron en construir naves, en saberlas gobernar venciendo los peligros del mar y en poderlas dirigir hacia rumbos determinados. Este último aspecto es quizá el más sor­prendente, pues denota una capaci­dad de orientación admirable en épocas en que los conocimientos geográficos eran aún muy escasos y confusos.
   Sin embargo, egipcios, fenicios y griegos disponían ya de un instru­mento técnico valiosísimo para la navegación de todos los tiempos. Este instrumento era el astrolabio, que siglos más tarde se convertiría primero en cuadrante y después en sextante, aparato éste que manejan hoy todos los navegantes para conocer la posición de su buque. El an­tiguo astrolabio consistía en un ins­trumento plano o esférico, general­mente de bronce, en el que estaba representada la esfera del firmamen­to con sus principales estrellas y pro­visto de diversos accesorios (limbos graduados, escala para medir ángu­los, alidada con pínulas) que permi­tían observar el movimiento de los astros, fijar su posición, medir alturas astronómicas y determinar las coor­denadas geográficas de un lugar. Entre los egipcios era corriente el uso del astrolabio ya en el siglo III a.C., aunque su origen debe atri­buirse a los babilonios, que fueron los primeros astrónomos acredita­dos. Griegos y, sobre todo, árabes consiguieron adaptar perfectamen­te el astrolabio (ideado en principio al servicio de la astronomía) a la na­vegación y el instrumento se convir­tió en imprescindible para conocer la posición de un buque en medio del mar. Muchas veces se ha atribuido a Tolomeo la invención del astrola­bio, y a los marinos portugueses del siglo XV su utilización primera en la navegación, pero lo cierto es que algún sabio astrónomo babilonio debió idear tan original instrumento muchos siglos antes de Cristo, y el invento, en su versión más rudi­mentaria, no tardaría en servir de inestimable ayuda a muchos auda­ces navegantes.

¿Por qué las selvas húmedas crecen en el trópico?

Extensas y densas selvas húmedas crecen en las zonas tropicales de América del Sur, el sudeste asiático y Australia. Allí el clima es cálido y húmedo todo el año. Cada día llueve y el aire es pegajoso.
El aire cálido y húmedo proporciona las condiciones ideales para el crecimiento de una abundante vegetación de plantas y árboles. Las plantas se distribuyen en tres niveles o estratos de crecimiento. Los árboles más altos que sobresalen del resto de la vegetación crecen en el estrato superior. Algunos de ellos son de 50 metros de alto. Debajo, está la bóveda forestal, que forma un techo verde de copas de árboles y un follaje muy espeso que puede llegar a ser de 10 metros de grueso. El tercer nivel, estrato vegetal, está compuesto por arbustos, palmeras y plantas más pequeñas, como, lianas, heléchos y flores. La bóveda forestal impide que los rayos solares lleguen hasta el suelo selvático.

Historia de los títeres

Según la leyenda un antiguo emperador chino lla­mado Muh llamó a un titiritero para que lo divir­tiese. El titiritero, Yen Sze, pensó en lucirse en palacio y se entregó a hacer magníficos muñecos que podían abrir sus labios, mover sus manos y ojos delante de los espectado­res. La exhibición tuvo lugar, pero tan reales eran sus actores, que pa­recieron flirtear con las esposas del emperador, el cual se puso celosísimo. Ordenó que se le cortara la cabeza al titiritero allí mismo y el pobre imploró piedad; sólo cuando Yen Sze hizo trizas a sus mu­ñecos, el emperador com­prendió cuan tonto había sido al ponerse celoso ante personajes de papel de colores y madera. El titiritero fue indultado.