En alta mar, sin tierra a la vista, un marino experimentado puede calcular con toda exactitud el lugar en que se encuentra si dispone de un sextante, un reloj y mapas.
Los astrónomos han establecido, con toda exactitud, la posición del Sol y de las estrellas en cada hora del día y en cualquier punto de la Tierra. El sextante permite a los navegantes medir su altura en el cielo. En función de la hora señalada por el cronómetro pueden deducir la longitud y la latitud y transportarlas sobre el mapa. Así conocen la posición del barco. Un juego de espejos estabiliza tanto la imagen de las estrellas en el sextante que el observador puede efectuar la medición sin que le molesten las oscilaciones del navio.