¿Qué es la clorosis?

   Hubo una época el siglo XIX que la palidez de la cara era considerada entre las mujeres como un signo de distinción. Tanto era así que se utilizaban los procedimientos mas originales con el fin de lograr que su piel adquiriera el cereo matiz de la azucena: se tomaba vinagre, se introducía la cara en el orificio del inodoro en la creencia que los vapores que alli se desprendían decolorarían la tez, se privaban de comer y alguna de ellas después de hacerlo se provocaban el vomito para evitar que los alimentos ingeridos sirvieran para fabricar sangre nueva. Era la epoca romantica de la Dama de las Camelias, en que desmayarse delante del pretendiente era una hazaña de muy buen gusto y tener una tosecita imperceptible pero constante daba espiritualidad y femineidad. Si en aquel tiempo una de las jovencitas se veia atacada por la enfermedad llamada clorosis, consideraba el mal como un bien del cielo que venía a resolver sus problemas, pues la clorosis confiere a la piel el tinte cereo tan deseado en otros tiempos.
   La clorosis es una forma de anemia que se presenta unicamente en las personas del sexo femenino y que escoge sus víctimas entre las jóvenes cuya edad oscila entre los 15 y 25 años. Fue conocida desde la antigüedad e Hipócrates observó que tiene predilección por las muchachas jóvenes y vírgenes.
   Esencialmente la clorosis se debe a una falta de hierro en el pigmento rojo de la sangre. Se sabe que si este pigmento, llamado hemoglobina, tiene la propiedad de atraer y captar intensamente el oxígeno del aire es precisamente porque contiene hierro finamente distribuido.

La alimentación en la mujer

   La sobrealimentación es en la mujer un craso error. Sus necesidades en calorías son mas escasas que en el hombre y si las sobrepasa tienden, por predisposición natural, a acumularse en forma de grasa en los glúteos, caderas, hombros y muslos; ello no quiere decir que la mujer tiene que incurrir en la locura de la moda expresada en la manía de "conservar la línea" a base de una dieta inadecuada. Toda alimentación unilateral, es decir, a base de una sola clase de alimento, acarrea pobreza de elementos nutritivos necesarios y esenciales; en especial una alimentación pobre en proteínas puede provocar graves trastornos sexuales.
   Los fundamentos de una alimentación sana estriban en la combinación de cereales (vitamina B), con patatas (vitamina B), leche (vitamina A), verduras (vitamina A), fruta, carne, pescado, huevos y queso. La ración diaria de grasa no debe sobrepasar a los 50 gramos. El azúcar no es un alimento sano; la ingestión diaria y muy corriente de grandes cantidades de pasteles, dulces y bombones es un proceder desordenado y nocivo para la salud. Los productos naturales frescos deben preferirse fundamentalmente a los conservados. Asimismo debe recomendarse encarecidamente el consumo reducido de sal. El consejo de comer en crudo una parte de las hojas de las verduras (lechuga, etc.) se basa en múltiples experiencias favorables. Las frutas son de la mayor importancia por su gran contenido en minerales y vitaminas.
   Es de gran valor habituarse a normalizar la vida cotidiana. Si se mantiene con puntualidad el momento de levantarse, de trabajar, de la comida, del reposo, de la distracción y del sueño, se previene el sobreesfuerzo, se despierta el gusto de la puntualidad y del cumplimiento del deber, y así es come se regulan las funciones corporales, se mantiene la salud y se conserva la belleza.

¿Quién fue el rey cuya labor le hizo merecer el sobrenombre de «el Sabio»?

   El gran auge cultural que alcanzó la España musulmana en el siglo XII, con figuras como Averroes, tuvo su equivalente en la España cristiana, un siglo mas tarde. Los cristianos empezaban ya a sentir de su lado la ventaja en el dominio de la península, lo que repercutió en la aparición de un cierto florecimiento cultural: se adoptó el Derecho Romano, se crearon universidades y empezaron a utilizarse las lenguas romances, en vez del latín. Muchas de estas iniciativas tuvieron un mismo origen, el rey Alfonso X, a quien se llamó el Sabio. Era hijo de Fernando III, el Santo, rey de Castilla, y había nacido en 1221. Escribió una obra poética en gallego, las Cantigas, pero de más importancia que sus propias obras fueron los proyectos que mando emprender bajo su supervisión. Así nacieron obras históricas, como la Crónica General y la General Historia; jurídicas, como el Código de las Siete Partidas, y astronómicas, como las Tablas Alfonsíes, donde las teorías de Tolomeo se enriquecían con muchas correcciones efectuadas en Toledo. Pero su empresa más importante, que resultaría de vital trascendencia para la cultura europea, fue la fundación de la Escuela de Traductores de Toledo, donde se llevaron a cabo versiones al latín y al castellano de gran número de obras filosóficas y científicas clásicas, que los árabes habían recogido. Fue este uno de los caminos gracias a los cuales el inmenso legado del pensamiento grecorromano no se perdió en la noche de los tiempos.
   La actividad de Alfonso X no se limitó a la creación de este centro cultural, sino que lo supervisó personalmente: seleccionó colaboradores y vigiló la redacción de las diversas obras que se escribían. La labor del rey, en conjunto, representa una síntesis de las culturas cristiana, árabe y hebrea y un enriquecimiento de la lengua castellana con nuevos términos científicos. Alfonso X murió en 1284.