La sobrealimentación es en la mujer un craso error. Sus necesidades en calorías son mas escasas que en el hombre y si las sobrepasa tienden, por predisposición natural, a acumularse en forma de grasa en los glúteos, caderas, hombros y muslos; ello no quiere decir que la mujer tiene que incurrir en la locura de la moda expresada en la manía de "conservar la línea" a base de una dieta inadecuada. Toda alimentación unilateral, es decir, a base de una sola clase de alimento, acarrea pobreza de elementos nutritivos necesarios y esenciales; en especial una alimentación pobre en proteínas puede provocar graves trastornos sexuales.
Los fundamentos de una alimentación sana estriban en la combinación de cereales (vitamina B), con patatas (vitamina B), leche (vitamina A), verduras (vitamina A), fruta, carne, pescado, huevos y queso. La ración diaria de grasa no debe sobrepasar a los 50 gramos. El azúcar no es un alimento sano; la ingestión diaria y muy corriente de grandes cantidades de pasteles, dulces y bombones es un proceder desordenado y nocivo para la salud. Los productos naturales frescos deben preferirse fundamentalmente a los conservados. Asimismo debe recomendarse encarecidamente el consumo reducido de sal. El consejo de comer en crudo una parte de las hojas de las verduras (lechuga, etc.) se basa en múltiples experiencias favorables. Las frutas son de la mayor importancia por su gran contenido en minerales y vitaminas.
Es de gran valor habituarse a normalizar la vida cotidiana. Si se mantiene con puntualidad el momento de levantarse, de trabajar, de la comida, del reposo, de la distracción y del sueño, se previene el sobreesfuerzo, se despierta el gusto de la puntualidad y del cumplimiento del deber, y así es come se regulan las funciones corporales, se mantiene la salud y se conserva la belleza.