Origen de los títulos nobiliarios


Los títulos de nobleza pro­ceden de los tiempos feudales, pero hoy, no signifi­can lo mismo que en tiempos pasados: indican la categoría social de una persona, mientras antigua­mente —en tiempos de los caballeros—, eran signo de responsabilidad. Los hombres que poseían un tí­tulo tenían, a su vez, deberes que cumplir, y por esa razón, elevaban su rango en la Corte. Al principio, los únicos títulos eran los de conde y duque. Conde proviene de la palabra latina comes, que significa compañero, es decir, compañero del rey. Duque pro­viene de la palabra latina dux, que quiere decir con­ductor, guía. Los duques tenían a su cargo una parte de la nación o alguna parte del ejército, al que de­bían conducir y dirigir en las batallas contra el ene­migo. Los condes eran jefes de una región o comar­ca del país. Estos títulos llegaron a significar el derecho a gobernar una región y eran hereditarios: así, nacieron los títulos de nobleza. Cuando el Im­perio de Carlomagno cayó, sobrevivieron los títulos en diferentes partes de Europa.

Manuel Machado (1874-1947)


   Manuel Machado fue un gran poeta español, nacido en Sevilla como su her­mano Antonio, con quien escribió en colabora­ción varias obras teatrales. Entre su produc­ción poética deben mencionarse: Alma (1900), El mal poema (1909), Apolo (1910), Sevilla y otros poemas (1921).
   Es un modernista influenciado por el simbo­lismo. Sensual hasta el erotismo, amante de la vida bohemia, penetrado de espíritu andaluz, predomina en él la copla en un arte frivolo y donairoso penetrado de ancho sabor popular. Encuentra en la historia algunos de sus temas poéticos; sus sonetos "Felipe IV", "Un hidalgo", "Carlos V", evocan motivos históricos con sen­sible belleza plástica.
   En la labor teatral de los Machado, toda en verso—a excepción de alguna obra como La duquesa de Benamejí, donde se mezclan el ver­so y la prosa—se nota la falta de dominio de la escena y de sus medios expresivos por parte de los autores. Ese teatro ha tenido influencia, sin embargo, al estimular el cultivo de la poesía dramática por parte de otros poetas, como Gar­cía Lorca, que supieron devolver al género toda su grandeza pasada.

¿Quién construyó Machu Picchu?


   Las ruinas de la ciudad se encuen­tran encaramadas en lo alto de una montaña de la cadena andina, a 3.100 metros de altitud. Tres mil pel­daños conforman las numerosas es­calinatas que unen entre sí los dife­rentes planos en que está construida la ciudad, cuyas ruinas, suspendidas sobre el abismo, sorprenden al visi­tante por su monumental pintores­quismo y por la perfecta ejecución del conjunto, que el paso de los si­glos apenas ha deteriorado si no es para añadirle un carácter más irreal y misterioso.

   Las ruinas constituyen un valioso documento arquitectónico de la pri­mitiva cultura inca. En apenas una extensión de 400x200 metros, se observa una división en varios barrios: el de las dependencias del je­fe inca, el destinado a las funciones religiosas, el de los artesanos, el de los intelectuales y el del pueblo. Pero fundamentalmente la ciudad se ha­lla dividida en baja y alta, en que co­rrespondientemente vivían las cla­ses pobres y las ricas. Las terrazas cultivables rodean a Machu Picchu, situadas al borde de precipicios. Los palacios, el templo y su escali­nata, el torreón, el observatorio, puentes, pórticos, la casa del vigía y las numerosas casas particulares se adivinan, desde sus propias rui­nas, formando un conjunto armóni­co en el que cada elemento tiene su finalidad práctica. Es una ciudad muerta y bella, de un estilo recio y sobrio.