¿Cuándo medían los helechos gigantes 50 metros?

   Son nada menos que 6.000 las es­pecies de helechos que hoy crecen en todas las partes del mundo, so­bre todo en las zonas ecuatoriales. Pero hace millones de años estas plantas proliferaban en número muy superior, y además alcanzaban di­mensiones gigantescas. Durante el período carbonífero los bosques estaban especialmente do­minados por los helechos arbóreos, cuyos gruesos troncos se transfor­maron con el tiempo en carbón fósil. En efecto, en el carbón, al igual que en muchas piedras arcillosas, se encuentran hoy todavía muchos ves­tigios de helechos fósiles.

¿Cómo conserva la temperatura un termo?


   Útil en los viajes y muy apreciado en las excursiones domingueras, ya que puede ofrecer un café todavía humeante... El termo es un recipiente formado por una botella de vidrio de pared hueca, en la cual se ha practicado el vacío, y que está encerrada en una envoltura metálica que contiene, a su vez una materia aislante. El intercambio de calor entre la botella y el medio exterior se halla muy reducido, por lo que todo líquido, frío o caliente, introducido en la botella, conserva du­rante muchas horas casi la misma tem­peratura.
   En la industria del frío se utilizan recipien­tes que se basan en el mismo principio.

¿Cómo nació la mandioca según la leyenda?


La mandioca es una raíz de elevado poder tóxico, pero los indios del Amazonas han descubierto el medio de que resulte comestible, convir­tiéndola en su principal alimento. Su nombre, que en lengua tupi sig­nifica «casa de Maní», se halla rela­cionado con una leyenda. Narran los indios que Maní era una niña blanca y hermosísima, cuya madre era hija de un jefe. Al cumplir un año, Maní murió y toda la tribu acudió a llo­rarla a la cabaña donde la habían enterrado. Y he aquí que de la tum­ba surgió una misteriosa planta. Los pájaros que se alimentaban de sus frutos parecía como si se embriaga­ran. Un día se abrió la tierra dejan­do al descubierto un tubérculo blan­co en el que los tupi reconocieron el cuerpecillo de Mani. Se lo comie­ron y la llamaron mandioca. El método para librar a este tubércu­lo del veneno es muy laborioso y es­tá encomendado a las mujeres. Ra­llan la mandioca por medio de unas tablillas especiales, provistas de dientes de piedra, y después estrujan la pulpa, haciéndola pasar por un filtro de fibras vegetales y some­tiéndola a numerosos lavados. Fi­nalmente, formando con la pasta obtenida grandes panes, la provisión de mandioca se pone a secar sobre los tejados. Si se la masca y se ha­ce fermentar, la mandioca propor­ciona una bebida embriagadora.