Son nada menos que 6.000 las especies de helechos que hoy crecen en todas las partes del mundo, sobre todo en las zonas ecuatoriales. Pero hace millones de años estas plantas proliferaban en número muy superior, y además alcanzaban dimensiones gigantescas. Durante el período carbonífero los bosques estaban especialmente dominados por los helechos arbóreos, cuyos gruesos troncos se transformaron con el tiempo en carbón fósil. En efecto, en el carbón, al igual que en muchas piedras arcillosas, se encuentran hoy todavía muchos vestigios de helechos fósiles.
Hoy en día las dimensiones de los helechos son mucho más modestas. En las selvas tropicales se encuentran ejemplares de helechos de hasta dos metros de altura, pero en las regiones y los valles mediterráneos donde suelen desarrollarse, estas plantas no acostumbran a rebasar los 60 centímetros de altura. Uno de nuestros helechos más hermosos es el culantrillo, planta de diseño foliar muy delicado, que crece en los lugares frescos y sombreados, por lo general entre las paredes rocosas donde fluye algún riachuelo.
Pero los más conocidos en nuestros bosques son el helecho hembra, que cubre vastas zonas y posee hojas triangulares muy recortadas, y el helecho macho, con hojas muy largas y pecíolos provistos de mechones.
Otros helechos que presentan especial interés son los helechos arborescentes de los trópicos, que pueden alcanzar los 18 metros: el helecho llamado de cuerno de ciervo debe su nombre al hecho de producir dos frondas vagamente circulares sobre un tronco de árbol, de las cuales brotan unas fértiles frondas, muy ramificadas y parecidas a los cuernos de un ciervo. La Marsílea, en cambio, se encuentra sobre todo en las aguas poco profundas, y produce cuatro hojitas en lo alto de un largo pedúnculo. Tiene, pues, apariencia de trébol de cuatro hojas.