Todos hemos podido escuchar alguna vez el característico estruendo, muy similar a una explosión, que produce un aparato de reacción en el momento de superar la barrera del sonido.
La barrera del sonido es un obstáculo natural, consistente en un repentino y acusado aumento de la resistencia del aire al movimiento de un aparato, justo cuando éste alcanza una velocidad igual a la del sonido, es decir, 332 metros por segundo.
Esta resistencia crece con el aumento de velocidad del aparato: cuando la velocidad se aproxima a la del sonido, la resistencia alcanza valores muy elevados. La señal de que se ha conseguido superar dicha resistencia es el estallido antes mencionado. Después de esta fase, la resistencia del aire disminuye repentinamente, aunque siga aumentando la velocidad del aparato.
La superación de la barrera del sonido ha sido posible gracias a los progresos técnico-científicos que han permitido disponer de materiales cada vez más resistentes y aparatos cada vez más perfectos.
¿Cómo calculan los esquimales?
El curioso sistema numérico esquimal se basa en los dedos: el número uno está representado por el meñique de la mano izquierda. El meñique de la mano derecha corresponde al seis. Cuando se les acaban los dedos de las manos, siguen contando con los de los pies. Para decir veinte, habiendo utilizado todos los dedos de las manos y los pies, los esquimales dicen: «un hombre entero».
¿Cómo funcionaban los autómatas?
En todas las épocas, el hombre se las ha ingeniado para fabricar máquinas que imitaran los movimientos de los seres vivos. En el antiguo Egipto ya existían estatuillas y juguetes articulados. En la Edad Media aparecieron los jaquemart, figuras que golpean las campanas de los relojes, saludando ceremoniosamente el paso de las horas.
De todos modos, la edad de oro de los autómatas fue, sin duda, el siglo XVIII. Jacques Vaucanson adquirió fama con su Pato, su Flautista y su Tamborilero. No menos famosos son el Escritor, de Frédéric de Knauss; el Músico, de Fierre Jacquet-Droz; el Dibujante, de Jacquet-Droz, hijo; la Concertista de tímpano, de Pierre Kintzing y Roentgen... El Pato, de Vaucanson, era capaz de batir las alas, de nadar, de chapotear, de tragar grano y... de expeler una bolitas de pan como excremento simulado.
En el siglo XIX descolló Robert Houdin con el Prestidigitador, el Funámbulo y el Escritor dibujante. Todos estos autómatas funcionaban mediante una infinidad de muelles, engranajes, paletas, palancas, discos con pernos, tambores de levas, cilindros, vastagos, etc. Eran unos mecanismos muy delicados. En nuestros días, los autómatas han cambiado de aspecto. Ya no tratan de simular la vida, sino de realizar determinadas funciones. Un distribuidor automático de medias de nylon, de sellos de correo o de cigarrillos, no presenta el aspecto de una vendedora o de un empleado... Gracias a los hábiles recursos de la electrónica, los autómatas han llegado a ser, también, máquinas de un alcance asombroso, como por ejemplo las computadoras.
De todos modos, la edad de oro de los autómatas fue, sin duda, el siglo XVIII. Jacques Vaucanson adquirió fama con su Pato, su Flautista y su Tamborilero. No menos famosos son el Escritor, de Frédéric de Knauss; el Músico, de Fierre Jacquet-Droz; el Dibujante, de Jacquet-Droz, hijo; la Concertista de tímpano, de Pierre Kintzing y Roentgen... El Pato, de Vaucanson, era capaz de batir las alas, de nadar, de chapotear, de tragar grano y... de expeler una bolitas de pan como excremento simulado.
En el siglo XIX descolló Robert Houdin con el Prestidigitador, el Funámbulo y el Escritor dibujante. Todos estos autómatas funcionaban mediante una infinidad de muelles, engranajes, paletas, palancas, discos con pernos, tambores de levas, cilindros, vastagos, etc. Eran unos mecanismos muy delicados. En nuestros días, los autómatas han cambiado de aspecto. Ya no tratan de simular la vida, sino de realizar determinadas funciones. Un distribuidor automático de medias de nylon, de sellos de correo o de cigarrillos, no presenta el aspecto de una vendedora o de un empleado... Gracias a los hábiles recursos de la electrónica, los autómatas han llegado a ser, también, máquinas de un alcance asombroso, como por ejemplo las computadoras.
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