En meteorología, el halo es un círculo luminoso que se observa a veces rodeando el Sol o la Luna. A menudo, se ven dos, o, incluso tres círculos. Los halos con frecuencia muestran los colores del prisma. En otros casos aparecen simplemente como luz blanca. Los halos son causados por los rayos de luz que se refractan al atravesar los cristales de hielo, gotas de lluvia o las diminutas partículas de humedad que forman las nubes. Para entender el fenómeno completo se debe entender los cambios que la luz experimenta cuando entra en contacto con un nuevo medio.
En sentido religioso, el halo o aureola, como también se le llama, ha sido utilizado en el arte por los artistas antiguos y modernos rodeando las cabezas de ciertos personajes para denotar santidad. Los poetas antiguos hablaban de las deidades, como seres coronados con halos de luz cuando se le aparecían a un mortal. En el arte cristiano un halo circular, pero a veces con forma de rayos formando una cruz, se colocaba en la cabeza de Cristo y de la Virgen María, y con frecuencia sobre las cabezas de los santos y mártires.
¿Por qué se colocan unos pequeños recipientes en el tronco de algunos árboles?
Del mismo modo que la sangre circula en el interior de nuestro cuerpo, un líquido orgánico circula dentro de los árboles. En los pinos, la secreción de este liquido, muy espeso y viscoso, llamado «resina», sirve para fabricar ciertos productos. Se hacen unas hendiduras en el árbol y se cuelga un recipiente para recoger la resina que fluye fuera del tronco.
Las coniferas en especial, producen un liquido precioso, una oleorresina, la goma, de la cual se extrae una gran cantidad de productos industriales, como la esencia de trementina, la colofonia, la resina. Los cosechadores de la goma hacen unas incisiones de unos diez centímetros en el tronco del árbol y fijan a éste un botecito, que recoge la goma que fluye.
¿Sabías que. . . el ámbar, una piedra preciosa, es en realidad resina fosilizada?
¿Cómo funciona un sextante?
En alta mar, sin tierra a la vista, un marino experimentado puede calcular con toda exactitud el lugar en que se encuentra si dispone de un sextante, un reloj y mapas.
Los astrónomos han establecido, con toda exactitud, la posición del Sol y de las estrellas en cada hora del día y en cualquier punto de la Tierra. El sextante permite a los navegantes medir su altura en el cielo. En función de la hora señalada por el cronómetro pueden deducir la longitud y la latitud y transportarlas sobre el mapa. Así conocen la posición del barco. Un juego de espejos estabiliza tanto la imagen de las estrellas en el sextante que el observador puede efectuar la medición sin que le molesten las oscilaciones del navio.
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