¿Siempre estamos en movimiento?

Aunque se podría pensar que alguien puede dejarse de mover si simplemente se está quieto, la verdad es que nos movemos en cinco direcciones (por lo menos), ¡todas al mismo tiempo!

En primer lugar, la Tierra está continuamente girando sobre su propio eje, lo que nos da el día y la noche.

En segundo lugar, la misma Tierra está continuamente en órbita alrededor del Sol, viajando a unos 960 millones de kilómetros al año, a razón de 1.600 km por minuto. Este movimiento nos da las estaciones.

En tercer lugar, nuestro Sistema Solar, el Sol y los planetas, giran continuamente en torno a nuestra galaxia local, la Vía Láctea, a una velocidad de 290 kilómetros por segundo.

En cuarto lugar, la propia Vía Láctea se está moviendo continuamente a una velocidad aproximada de 2.170.000 km por hora alrededor de un cúmulo de las galaxias.

Por último, algunos astrónomos han descubierto que en el universo hay supercúmulos de galaxias y que el cúmulo de galaxias que contiene la Vía Láctea se está moviendo hacia uno de ellos.

Todo lleva a la conclusión de que, aunque podemos llegar a creer y sentir como si estuvierámos detenidos, la realidad es que no es así.

¿Por qué la Tierra es como un invernadero?

Como todos sabemos, un invernadero de plantas ofrece una cubierta de vidrio que sirve para dos propósitos: conserva la energía que recibe del sol y mantiene elevada la temperatura del aire. La atmósfera que rodea nuestro planeta actúa de la misma manera.

Sólo una pequeña fracción del calor y la energía producida por el Sol llega a la Tierra. Este el calor sólo sería lo suficientemente fuerte como para mantener la temperatura de nuestro planeta a 36° C bajo cero.

Por suerte, este calor no se escapa del todo al espacio exterior, sino que es absorbido por el vapor de agua y los gases de nuestra atmósfera. A medida que rebota entre la corteza de la Tierra y la atmósfera exterior, este calor emite energía suficiente para mantener la temperatura media de nuestro planeta en unos soportables 14 grados C.

¿Qué es el Cinturón de Van Allen?

El Dr. James Van Allen, un físico estadounidense, había estado estudiando satélites espaciales durante muchos años, y en 1958 llegó a la conclusión de que la razón de que la vida en la Tierra no sea destruida por la radiación del Sol se debe a dos cinturones de partículas cargadas que rodean la Tierra.

Estos cinturones, llamados así en honor del Dr. Van Allen, en realidad son como donas (con forma toroidal) alrededor de la Tierra. El cinturón interior empieza a los 1.000 kilómetros de la Tierra hasta los 5.000 km en el espacio. El cinturón exterior se extiende desde aproximadamente 15.000 km hasta los 20.000 km

Estos cinturones de radiación se originan debido al intenso campo magnético de la Tierra, originado por la rotación de esta, y su tarea es la de ser trampas de las peligrosas partículas cargadas de protones y electrones procedentes de los gases del Sol, lo que les impide golpear la Tierra y destruir la vida en nuestro planeta.