Los deportistas que practican juegos de pelota saben todo acerca del efecto, y no sólo lo utilizan para hacer que la pelota cambie de dirección al tocar el suelo sino también para que describa curvas caprichosas en el aire.
En el siglo XIX el físico británico Lord Rayleigh llamó efecto Magnus a la trayectoria curvilínea que siguen las pelotas al girar sobre su propio eje, en recuerdo del investigador alemán Heinrich Gustav Magnus. Cuando una pelota es arrojada con efecto, jala aire a su alrededor en el sentido del giro, y al rozar la superficie de la pelota dicho aire es acelerado por un lado y frenado por el otro. Como el aire acelerado ejerce menor presión, el que pasa por el lado opuesto de la pelota crea una diferencia de presión que hace que la bola se curve.
El uso del efecto tiene ventajas en muchos deportes. Los tenistas profesionales, por ejemplo, pueden efectuar saques en los que la pelota parece salir de la cancha pero que repentinamente cae dentro de la línea de servicio.
En el siglo XIX el físico británico Lord Rayleigh llamó efecto Magnus a la trayectoria curvilínea que siguen las pelotas al girar sobre su propio eje, en recuerdo del investigador alemán Heinrich Gustav Magnus. Cuando una pelota es arrojada con efecto, jala aire a su alrededor en el sentido del giro, y al rozar la superficie de la pelota dicho aire es acelerado por un lado y frenado por el otro. Como el aire acelerado ejerce menor presión, el que pasa por el lado opuesto de la pelota crea una diferencia de presión que hace que la bola se curve.
El uso del efecto tiene ventajas en muchos deportes. Los tenistas profesionales, por ejemplo, pueden efectuar saques en los que la pelota parece salir de la cancha pero que repentinamente cae dentro de la línea de servicio.