La Biblia cuenta una de las "sesiones de espiritismo" más antiguas de las que se ha dejado constancia, un caso de comunicación con los muertos para conocer el futuro. El protagonista es el mismísimo rey Saúl, quien, según la cronología del Antiguo Testamento, comenzó a reinar en Israel el año 1028 a.C.
Se narra en el Primer Libro de Samuel, 28. Saúl se dispone a librar una batalla de final incierto contra los filisteos. Queriendo adivinar cuál será el resultado, recurre a una bruja experta en necromancia para que se lo pregunte a los muertos del Seol.
Del oscuro territorio de la muerte la hechicera hace emerger el espectro de un profeta fallecido hace tiempo, concretamente el de Samuel, que se aparece ante los vivos arropado en una vieja túnica. La nigromántica pregunta y Samuel informa de lo que el futuro le tiene reservado a Saúl: el rey de Israel no solo perderá la batalla, sino también su vida y la de sus hijos, y su reino pasará a manos de David. "Los habitantes del Seol -avisa a Saúl el espectral profeta- ya te esperan".