El globo estaba hecho de lino y estaba abierto en la parte inferior. Las cuerdas lo sostuvieron en su lugar sobre un fuego de paja. Una mezcla de humo y aire caliente se elevó desde el fuego hasta el globo. La mezcla era más ligera que el aire fresco de los alrededores.
Las cuerdas se aflojaron y el globo se levantó. Subió y subió. Cuando el humo y el aire caliente se enfriaron, el globo volvió a tierra.
Pronto hubo globos aerostáticos que podían transportar a la gente. Muchos de estos globos estaban llenos de hidrógeno, el gas más ligero conocido.
Los primeros globos estaban a merced del viento. Los pasajeros no podían guiarlos. Pero podían hacer que subieran o bajaran. Llevaban bolsas de arena o cualquier otra cosa pesada que servía como lastre. Para ir más alto, arrojaban algo del lastre por la borda. Para bajar, disminuían el combustible que alimentaba el fuego.
Hace más de 100 años se construyeron los primeros dirigibles. Por medio de motores, hélices y timones se puede hacer que vayan en cualquier dirección. Algunos de los últimos dirigibles tenían una estructura de aluminio. Estos fueron llamados zepelines en honor al Conde Ferdinand von Zeppelin, quien los inventó. En 1929 un zepelín voló alrededor del mundo. Pero en 1937 un terrible accidente puso fin al viaje en zepelines. Un gran zepelín, el "Hindenburg", se quemó justo cuando terminaba un vuelo de Alemania a los Estados Unidos. Una chispa había prendido fuego al hidrógeno en su bolsa.
El helio es un gas que no se quema. No es tan ligero como el hidrógeno, pero es mucho más seguro. Los globos de hoy, si transportan personas, están llenos de helio.
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