A finales de los años 70, se detectó que una elevada cantidad de colesterol en la sangre aumenta el riesgo de sufrir una muerte prematura. Sin embargo, el colesterol no es el gran enemigo a derrotar, ya que nosotros mismos fabricamos el 85 por ciento del que circula por nuestro organismo. En realidad se trata de un componente esencial de las membranas celulares que, además. participa en la producción de ácidos biliares, cuya formación es un mecanismo para eliminar por la bilis el exceso de colesterol. ¿Por qué, entonces, puede ser un problema?
La sangre transporta el colesterol desde el hígado hasta los órganos. Para que esta labor sea más fácil, se une a unas partículas denominadas lipoproteínas. que pueden ser de baja densidad (LDL) o de alta densidad (HDL). Las LDL llevan nuevo colesterol a todas la células de nuestro organismo. Las HDL recogen los sobrantes y los devuelven al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis. El colesterol que se une a la partícula HDL se ha denominado popularmente "colesterol bueno", porque se encarga de transportar el exceso de colesterol. Por el contrario, el que se une a la partícula LDL es el "malo", ya que cuando se sintetiza más de lo necesario, las células no pueden absorberlo. Así, este colesterol queda circulando en la sangre, llegando incluso a depositarse en la pared de las arterias y a dificultar gravemente la circulación sanguínea.