Los artificieros son los técnicos que desmontan explosivos arriesgan su vida para buscar e inutilizar las minas y otros artefactos abandonados en las guerras por los soldados, o para desmontar las bombas que han quedado sin explosionar.
Los desmontadores de explosivos son poco numerosos y pertenecen al ejército o a la policía; trabajan por equipos de tres o cuatro. Una vez descubierto un artefacto, pueden provocar su explosión, tras haber tomado todas las precauciones para evitar accidentes o destrucciones excesivas. Si los riesgos son demasiados grandes, los desmontadores inutilizan la bomba en el sitio en que se encuentra. Los detonadores que provocan la explosión son muy sensibles, con frecuencia se encuentran en mal estado, y los modelos varían según los ejércitos, las épocas o la imaginación del terrorista. Pese a sus conocimientos, a su experiencia y a su prudencia, el 20 por ciento de los expertos en explosivos han sido víctimas de accidentes mortales. El progreso técnico, que permite operar a distancia, disminuye los riesgos.