El melocotonero

   El melocotonero es un árbol de la familia de las rosáceas y, como tal, emparentado con el rosal. Sus variedades corresponden a la especie Prunus persica.

   El melocotonero pertenece al mismo género que el ciruelo, el cerezo y el albaricoquero, que se caracterizan porque sus frutos contienen un hueso central duro con una sola semilla en su interior. Probablemente tuvo su origen en China, donde algunos creen que su cultivo se remonta a 2.000 años a. de J.C., habiéndose ex­tendido de allí a la India, a Persia y a Grecia.

   Otros suponen que se originó en Asia Menor y en Persia, donde provino del almendro. En tiempos coloniales fue llevado a América.

   Actualmente existen muchas variedades de melocotoneros distribuidas en dos grupos: uno comprende los que tienen la carne íntimamente adherida al hueso y el otro los que tienen el hue­so bien separado en la madurez. Todos tienen el fruto cubierto de una felpa suave y velluda y varían en tamaño, color, sabor y dureza de la pulpa. Las hojas son más bien tenues. Las flores son rosadas, delicadas y aparecen tem­prano en la primavera. Los árboles de semilla se injertan con las mejores variedades comer­ciales. Los arbolitos injertados se trasplantan al huerto cuando tienen un año y comienzan a dar fruto al cabo de unos tres años aproximada­mente. Según el cuidado que reciban, viven de 15 a 30 años.

   El melocotonero sufre la amenaza de muchos enemigos que atentan contra su salud. La roya parda ataca los frutos al madurar y destruye a veces grandes cantidades. Las "campanas" se producen al doblarse las hojas por efecto de otro hongo, se ennegrecen y se caen. En consecuencia, los árboles se debilitan y aun mueren. Otra enfermedad produce el amarilleo de las hojas y de los frutos que apenas se de­sarrollan, y la planta muere con frecuencia. Varios insectos ocasionan serios daños, entre ellos: el horadador del melocotón, el cucarrón del ciruelo, el pulpón de San José y el cuca­rrón de la cascara.

   Como el melocotón es tan tierno y delicado debe recolectarse y empacarse con mucho cuidado. Es difícil trasportarlos a gran distan­cia sin que sufran. Por ello gran parte de la fruta se seca o se prepara en conservas; otra parte se congela para ofrecerla así al consumi­dor.

   El melocotonero se cultiva en muchas regio­nes del mundo donde las condiciones le son fa­vorables. No prospera en países en que la temperatura invernal es rigurosa—cerca de 20 grados C. bajo cero—, pues las yemas flora­les no resisten heladas tan intensas. En cam­bio, le es favorable pasar unos días de repo­so invernal a temperaturas de unos cuatro gra­dos bajo cero, ya que sólo así se desarrollan bien las hojas y las flores en primavera.

   Entre los países americanos, los E.U.A., la Argentina y Chile son los productores más im­portantes de esta fruta. En la América tropical, el melocotón puede darse también en las regio­nes montañosas elevadas más frías, particular­mente en las de clima semiárido entre 1.000 y 2.500 m. de altitud.

   En Inglaterra y otros lugares de Europa, donde el clima riguroso impide el crecimiento del melocotonero al aire libre, se cultivan en invernáculos. A veces se plantan en hileras junto a un muro soleado del huerto para ase­gurar la maduración.

 
El melocotón se conoce también con el nombre de durazno.