La eficiencia de los faros modernos se debe a sus lámparas eléctricas, lentes y gigantescos reflectores. Hay algunos que hacen llegar su luz a una distancia de más de 30 kilómetros.
En la época de las bujías y de las lámparas de petróleo, se debía vigilar constantemente la luz. Como los faros siempre se colocan en islas rocosas o lenguas de tierra que se internan en el mar, la vida de un guardafaros es solitaria. Con los nuevos inventos se necesita menos vigilancia. Algunos de ellos pueden encenderse y apagarse por medio de un ojo eléctrico. El guardafaros tiene más libertad. Pero cuando el tiempo es borrascoso, su trabajo es de gran responsabilidad. Debe permanecer en su sitio para guiar los barcos cuando la niebla es tan densa que impide ver la luz del faro. Hace funcionar entonces una sirena, o envía señales por radio.
Las luces son necesarias en algunos lugares donde no es posible construir faros. Para suplirlos se utilizan los barcos faro.