Un dedo central se introduce en la cabeza, y el pulgar y el meñique, en los sitios destinados a brazos.
Parece ser que esta clase de marionetas son de origen japonés; pero sea cual fuere dicho origen, fornó carta de naturalización francesa y se extendió luego a todas las capitales de Europa. Antes, había en París un teatrito de guiñol en cada jardín público, donde Colombina, Pierrot y el viejo y celoso Pantalón hacían las delicias de chicos y grandes.
Las escenas son siempre ridiculas y desorbitadas con el fin de hacer reír con estrépito al público, en contraste con el teatro de marionetas, que es generalmente un remedo del teatro verdadero en cualquiera de sus formas.
El guiñol adquirió fisonomía propia, y en Francia, surgió el grana guignol, género en el que la tragedia o el drama se agudizan en tal forma, que se convierten en ridicula comedia. El escritor belga Mauricio Maeterlinck y el austríaco Arturo Schnitzler le han dedicado también su actividad.