En 1874, el telescopio más grande del mundo era propiedad de un astrónomo aficionado. En su hogar ancestral en el castillo de Birr, Irlanda, el tercer conde de Rosse, William Parsons, construyó lo que se conoció en su día como el "Leviatán de Parsonstown", un telescopio "monstruoso" de 72 pulgadas (1,8 m) de diámetro que colgaba de cables entre dos paredes masivas de ladrillo. Con este instrumento dificultoso de manejar. Rosse descubrió que muchas "nebulosas" tenían una forma espiral. Hoy sabemos que eran galaxias espirales. El mismo Rosse rara vez utilizó el telescopio, pero sí muchos otros observadores agudos. Entre ellos estaba Johann Louis Emil Dreyer. Dreyer trabajó como asistente de Rosse de 1874 a 1878, registrando estas misteriosas nebulosas espirales, entre otros objetos, en su cuaderno y bloc de dibujo.
En 1886, Dreyer y otros observadores habían descubierto tantas nebulosas y cúmulos estelares que se hizo necesario un nuevo catálogo. La Royal Astronomical Society asignó a Dreyer a la tarea de catalogar los nuevos descubrimientos. Publicado en 1888, el Nuevo Catálogo General (NGC) contenía las entradas para 7.840 objetos astronómicos.