No es raro encontrar en los jardines el rastro viscoso que ha dejado en su camino algún caracol, sustancia que le facilita el deslizamiento por el suelo o por encima de las plantas.
Arrastrarse no es el medio de locomoción más idóneo, pero el caracol se ve favorecido en su avance por la secreción permanente de una mucosidad producida por unas glándulas situadas en el pie y que produce esta huella alargada y brillante que deja a su paso. Este líquido viscoso permite al caracol adherirse sólidamente a las paredes verticales o adaptarse a cualquier inclinación.