Esta planta curiosa debe su nombre al hecho de que sus flores no cambian de color ni de apariencia cuando se secan. Aunque es originaria del norte de África, de Creta y de Asia, es muy conocida en el mediodía de Francia; en esta región, es objeto de grandes cultivos en todas las zonas próximas al Mediterráneo; se utilizan para ello parcelas de tierra rodeadas de un muro de piedra, en posición tal, que la planta pueda recoger la mayor cantidad de sol posible. Las flores, que tienen unas brácteas secas, escamosas, de un amarillo intenso, se recogen en junio, cuando llegan a su mayor desarrollo. Entonces, se limpian cuidadosamente y se separan las que no han llegado a su desarrollo completo. Para que después de cortadas conserven su aspecto, deben ser recogidas en condiciones especiales. Se usan para hacer coronas y guirnaldas, que se colocan en las tumbas como símbolo de inmortalidad. También se tiñen en diversos colores y son muy utilizadas con fines ornamentales o decorativos. Los nombres científicos de estas plantas son Helichrysum orientale y Helichrysum stoechas; pertenecen a las compuestas.