Sabemos que hay nueve planetas (bueno... sólo ocho). Pero en los tiempos antiguos, la gente sabía únicemente de seis: la Tierra y los cinco planetas que pueden verse sin telescopio.
Venus, el planeta más brillante del cielo, fue nombrado así en honor a la diosa romana del amor y la belleza.
Mercurio, el planeta más rápido en su movimiento, fue nombrado en honor al veloz mensajero de los dioses.
Marte era el nombre del dios romano de la guerra.
Saturno era el nombre del dios romano de la agricultura.
Júpiter, el planeta más grande, tomó su nombre del dios principal de los romanos.
El planeta Urano no fue descubierto sino hasta 1781, y originalmente fue llamado Georgium, en honor al rey Jorge III, que gobernaba Inglaterra en ese momento. Pero pronto se decidió que, puesto que todos los otros planetas tenían nombres de dioses antiguos, el nuevo planeta también. Fue nombrado en honor del dios griego del cielo.
El siguiente en ser descubierto fue Neptuno, en 1846. Originalmente fue llamado en honor de Leverrier, la persona que lo descubrió, pero más tarde al planeta se le dio el nombre del dios romano del mar.
Y Plutón (el antes noveno planeta y hoy "planetoide"), descubierto en 1930, fue nombrado en honor al dios romano de los muertos.