¿Quién realizó sorprendentes experimentos de conserva­ción de tejidos vivos?


   La personalidad de Alexis Carrel como una eminencia de la medicina está fuera de toda discusión. Sin embargo, su biografía se vio en­sombrecida en sus últimos años por las implicaciones del famoso médi­co en la política. Alexis Carrel, que retornó a su país, Francia, poco an­tes de la II Guerra Mundial, entró al servicio del gobierno de Vichy (ins­talado tras la caída de Francia ante los nazis, bajo la tutela de éstos y formado por personalidades cola­boracionistas) y dirigió una funda­ción dedicada a estudios sobre an­tropología. Ello le valió ser dete­nido y juzgado al acabar la guerra, poco antes de morir, en 1944. Previamente a esta etapa de su vi­da, Alexis Carrel, nacido cerca de Lyon en 1873, había realizado apor­taciones de gran valor para la medi­cina. En busca de un ambiente pro­picio para su labor investigadora, Carrel dejó Francia en 1904 y consi­guió incorporarse al Instituto Rockefeller de Nueva York, donde reali­zó interesantes experimentos sobre sutura de los vasos sanguíneos, así como sobre trasplante y conserva­ción de tejidos animales vivos. Sus trabajos le merecieron la con­cesión del Premio Nobel de Medi­cina en 1912.
Durante la I Guerra Mundial, sien­do comandante de Sanidad del ejér­cito francés, ideó, en colaboración con Henry Dakin, una solución an­tiséptica para el tratamiento de las heridas de guerra infectadas, solu­ción conocida con el nombre Dakin-Carrel. En 1919, Alexis Carrel volvió a su laboratorio neo­yorquino, en el que habría de trabajar hasta 1939, para descubrir allí nuevas técnicas para el cultivo de tejidos in vitro, o sea en recipientes de cristal. Fue muy famoso su expe­rimento con un corazón mecánico que permitía conservar vivos órga­nos del cuerpo en cámaras de cris­tal regadas por una corriente artifi­cial de sangre. Mientras tanto, Carrel, que combinaba sus experi­mentos científicos con la medita­ción filosófica, había escrito un libro de divulgación que alcanzó una extraordinaria difusión: La incógni­ta del hombre. Sin embargo, en al­gunas ideas contenidas en dicho libro habrían de encontrarse más tarde bases fundadas para las acu­saciones que recayeron contra él como colaboracionista de los nazis en Vichy. Carrel había llegado a escribir que los débiles mentales y los genios no podían considerarse iguales ante la ley, lo que abonaba las teorías hitlerianas de purifica­ción de la raza y de exterminio de los incapaces, teorías que posterior­mente iban a costar tantas vidas hu­manas.