Cuenta la tradición que, a fines de 1665, la visión de la caida de una manzana en su jardín de Woolsthorpe provocó en Isaac Newton la serie de reflexiones que le llevarían a enunciar la ley de la gravitación universal. De ser cierto, la ciencia física tendría que estarle muy agradecida a aquella manzana por su oportunidad, ya que habría provocado el descubrimiento de una de las leyes físicas fundamentales; sin embargo, existen pruebas sobradas de que el talento de Isaac Newton estaba más que capacitado para haber llegado a tan trascendental averiguación sin necesidad de la ayuda de la famosa manzana. Isaac Newton nació en Woolsthorpe (Inglaterra) en 1642 y pasó gran parte de su vida, desde 1661 hasta 1696, excepto algún corto período, en el Trinity College de Cambridge; primero estudiando y luego enseñando Física y Matemáticas. La figura de Newton en estos dos campos de la ciencia alcanza una dimensión excepcional: inventó el teorema del binomio que lleva su nombre, explicó el método de las tangentes, expuso el cálculo que denominó de fluxiones (diferencial e integral) y en sus investigaciones ópticas descubrió la descomposición de la luz blanca en los colores que la constituyen. En 1671 Newton construyó el primer telescopio reflector, que utilizó para observar los satélites de Júpiter, sin duda con objeto de comprobar el carácter universal de la gravitación. Isaac Newton, que llegó a ser parlamentario representando a la Universidad de Cambridge, fue nombrado Sir y presidente de la Royal Society, la máxima institución científica de su época, cargo para el que fue reelegido, de año en año, hasta su muerte, acaecida en 1727.
La monotonía del trabajo que le ocupó las últimas tres décadas de su vida se veía interrumpida de cuando en cuando por problemas propuestos por matemáticos de diversos países y que Newton solucionaba rápida y brillantemente. En 1705 se desató una controversia, que alcanzó carácter de rivalidad nacional, acerca de si había sido Newton o el alemán Leibniz el primero en inventar el cálculo diferencial. La disputa entre los seguidores de ambos se prolongó durante varios años, pero posteriormente se ha demostrado sin lugar a dudas la primacía de Newton.
La obra más importante de Newton se llamó Principios matemáticos de la filosofía de la naturaleza, y en ella formuló matemáticamente las leyes de la mecánica y la dinámica, las leyes de la hidrostática y la teoría de las mareas, y el principio de atracción en el sistema solar, demostrando que todos los cometas se hallaban sometidos a él.
Ante tan impresionante biografía, cuesta trabajo creer que Newton necesitara ver caer una manzana para llegar a establecer que dos cuerpos cualesquiera se atraen con una fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia, o sea la ley de la gravitación universal. Pero, a veces, ésa es la grandeza de las cosas más simples.