El campo magnético

   Cuando en una región del espacio una pequeña brújula de prueba experimenta fuerza de atracción en los diferentes puntos de la región, decimos que existe un campo magnético. Los campos magnéticos son producidos por imanes naturales, o bien, por corrientes eléctricas. Para visualizar un campo magnético resulta conveniente dibujar las líneas de campo que apuntan en la dirección en que lo hace el polo norte de nuestra brújula de prueba en los diferentes puntos de la región.

La antigua Bizancio

   A las puertas del continente asiático, entre el mar Negro y el Mediterráneo, siete siglos antes de Jesucristo, algunos colonos griegos fundaron Bizancio, ciudad que dominaba el estrecho del Bósforo y que se convirtió mas tarde en capital del imperio romano de Oriente.
   Bizancio se conoce con tres nombres diferentes. Inicialmente fue Bizancio, capital del imperio romano de Oriente, rival de Roma; más tarde, Constantinopla, así bautizada en tiempos del emperador Constantino, que, a raíz de la decadencia romana, la convirtió en una capital cristiana. Y por último se llamo Estambul o Istambul, gran puerto musulmán que los turcos conquistaron en 1453 tras una sangrienta lucha. Por su situación, este puerto ha sido desde siempre gran centro comercial y de intercambio, donde se dan cita los productos de Oriente y de Occidente: tapices, joyas, sedas, piedras preciosas, pieles, especias, productos manufacturados, etc. Es una etapa obligada en la ruta Europa-Asia.

¿Dónde estuvo la Imperial Tarraco?

   En la edad antigua, Tarragona fue la capital de una de las provincias en que dividieron los romanos la península ibérica. Actualmente conserva restos de diversas edificaciones de aquella época.
   Fue Publio Cornelio Escipión quien, allá por el año 218 a. de J.C., fundó Tarraco, antiguo poblado ibérico y quizá también colonia etrusca, y primer enclave romano de todo el Occidente. A la que sería capital de la Hispania Citerior, Julio César le dio laureles y títulos. En la época romana, cuando era Victrix Tarraco, alcanzó un esplendor difícil de superar. Rodeada por sus famosas y resistentes murallas, la ciudad es una verdadera antología de monumentos y vestigios romanos: circo, anfiteatro, torres, necrópolis, acueducto, etc. La Imperial Tarraco, vigía del Mediterráneo, fue asimismo cuna y residencia de emperadores -Augusto, Trajano, Adriano, Antonino-, y su importancia ciudadana fue tal que bastará señalar que se calcula en 24 000 personas la cabida de su anfiteatro.