En la edad antigua, Tarragona fue la capital de una de las provincias en que dividieron los romanos la península ibérica. Actualmente conserva restos de diversas edificaciones de aquella época.
Fue Publio Cornelio Escipión quien, allá por el año 218 a. de J.C., fundó Tarraco, antiguo poblado ibérico y quizá también colonia etrusca, y primer enclave romano de todo el Occidente. A la que sería capital de la Hispania Citerior, Julio César le dio laureles y títulos. En la época romana, cuando era Victrix Tarraco, alcanzó un esplendor difícil de superar. Rodeada por sus famosas y resistentes murallas, la ciudad es una verdadera antología de monumentos y vestigios romanos: circo, anfiteatro, torres, necrópolis, acueducto, etc. La Imperial Tarraco, vigía del Mediterráneo, fue asimismo cuna y residencia de emperadores -Augusto, Trajano, Adriano, Antonino-, y su importancia ciudadana fue tal que bastará señalar que se calcula en 24 000 personas la cabida de su anfiteatro.