El tocadiscos

   El tocadiscos o electrófono sucedió al fonógrafo y lo destronó definitivamente. Las cualidades de este aparato, en el que la reproducción de sonido tiene lugar mediante un procedimiento electromecánico, son infinitamente superiores. Consta esencialmente de un dispositivo para hacer girar los discos y de un amplificador de corriente con altavoz. Movido por un motor de varias velocidades, el tocadiscos comprende un plato giratorio -perfectamente plano y horizontal— sobre el cual se pone el disco, y un brazo articulado que lleva una cabeza reproductora provista de una punta de lectura.
   Antaño, esta punta era una aguja de acero. Hoy se emplean agujas de zafiro o de diamante. Las cabezas suelen llevar dos puntas de lectura: una para los discos antiguos y la otra para los microsurcos. Existen también cabezas especiales para la audición en estereofonía. La punta sigue el surco trazado sobre el disco, y todas sus vibraciones, por ligeras que sean, influyen en un oscilador situado en el brazo. Este oscilador "traduce" las vibraciones que recibe en débiles corrientes eléctricas alternas, que son enviadas, después de ser amplificadas, a la bobina del altavoz. Este restituye las palabras o la música. Unos mandos permiten regular el volumen y el timbre.
   El pick-up (o fonocaptor) solo constituye el dispositivo de lectura, pero, por extensión, el término se utiliza mucho para designar a todo el aparato tocadiscos.

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El fonógrafo

   Cyrano de Bergerac fue el primero en emitir la idea de registrar y reproducir los sonidos por medio de una aguja. Esta idea tomo cuerpo, más tarde, con Edison y Charles Cros, que casi simultáneamente inventaron el fonógrafo. Edison hizo vibrar una punta de marfil solidaria de un diafragma metálico, que cerraba la pequeña abertura de una trompetilla, y la aguja imprimía en profundidad sus vibraciones en una hoja de estaño que recubría un cilindro animado de un movimiento helicoidal. Cuando la punta volvía a recorrer el surco, hacia vibrar el diafragma, que reproducía los sonidos inscritos. Después vinieron los cilindros de cera y, por ultimo, el disco.

El disco de vinilo

   La feliz idea de recurrir a un disco como soporte de registro sonoro corresponde al poeta y fecundo inventor Charles Cros, que lo comunicó a la Academia de Ciencias de París en una carta fechada en abril de 1877. Esta idea fue puesta en práctica por el norteamericano Emil Berliner, cuya patente, obtenida en 1887, se refería a un procedimiento de registro sobre un disco de cine. Los primeros discos comerciales, que giraban a 70 revoluciones por minuto, solo proporcionaban dos minutos de audición. Eran de ebonita, y tenían un diámetro de 17 cm.
   A fines del siglo XIX, Berliner adoptó una composición a base de baquelita que, mas fácil de prensar, fue prácticamente el único material utilizado hasta la aparición de los discos microsurcos de vinilo (1948). La industria fonográfica debe mucho a la industria de los plásticos. En la actualidad, la grabación de los discos de vinilo no se realiza, como al principio, en profundidad, sino lateralmente, y la profundidad del surco es siempre constante, 'cosa que proporciona mejores resultados. La grabación del disco comienza por la parte exterior y el sentido de rotación adoptado es el de las agujas de un reloj. Los discos difieren según la materia de que están fabricados y pueden ser flexibles (recubiertos con un compuesto celulósico que permite la grabación directa) o duros ( de baquelita o de vinilo, y obtenidos por prensado en caliente en una matriz metálica). Difieren también por su diámetro y por el del agujero central, así como por su velocidad de rotación (y de ahí los motores de diversas velocidades de los tocadiscos), que ha pasado de 78 1/4 revoluciones a 45, 33 1/2 y 16 revoluciones por minuto.
   La anchura del surco no es siempre la misma, y tampoco lo es el paso de la grabación; es decir, el número de surcos por centímetro: surco de 150 micras de ancho y 35 surcos por centímetro en las grabaciones "standard"; ancho de 60 y 70 micras y 100 surcos por centímetro, en el caso del microsurco. Este último sistema permite obtener una larga audición, que puede durar 30 minutos, hecho muy apreciado por los melómanos, que pueden escuchar obras largas sin enojosas interrupciones.
   Además, el sonido de fondo de los microsurcos es mas débil, son mas resistentes (casi irrompibles) y su peso es menor. Pero. ¡atención!, debido a que se electrizan con facilidad, atraen el polvo, que constituye una fuente de molestos ruidos.