¿Cómo se originaron los fósiles?

   Los fósiles son las partes más duras de plantas y animales prehistóricos, como los dinosaurios, que se convirtieron en piedra en el transcurso de millones de años. Los más comunes son los de dientes, huesos y conchas. Pero huellas de dinosaurios, huevos y nidos, también han sido hallados como fósiles. Los fósiles ayudan a los científicos a saber cómo era la Tierra hace millones de años. En realidad, es el único registro de su historia más temprana.
   Las oportunidades para que se forme un fósil son pocas. Cuando un dinosaurio murió, las partes blandas del cuerpo se pudrieron y quedaron las duras. Estas se fueron cubriendo de arena y barro. Gradualmente, los huesos fueron reemplazados por minerales y los convirtieron en piedras. Muchos fósiles se encuentran en rocas sedimentarias, como caliza y arenisca. Cuando estas rocas alcanzan la superficie de la Tierra, se desgastan por la acción del clima y así aparecen los fósiles.

Giambattista Tiépolo

   Juan Bautista (Giambattista) Tiépolo (1696-1770).
   En el sa­lón del trono del Palacio Real de Madrid (España), un día del siglo pasado, contemplaba con admira­ción y arrobo cierta dama de rancio abolengo los espléndidos frescos que lo decoran, obra del gran pintor y brillante colorista veneciano Juan Bautista Tiépolo, que estuvo al servicio de la Corte española desde 1762 hasta su muerte. Tras un breve período de indecisión, preguntó al rey: " ¿A quién encargó Su Majestad esas pinturas tan bonitas del techo? Me gustarían unas iguales para la sala de fiestas de mi palacio". El rey le contestó, sonriente y galante, que el artista que hizo aquellas pinturas había muerto ya. "¡Qué lástima!" —exclamó la dama con disgusto. Pintor y grabador, mostró sus facultades muy niño aún, y adquirió pronto fama y fortuna. Venecia, Vicenza, Milán, Verona, Bérgamo, Wurzburgo (Baviera), Ma­drid y Aran juez (España) conservan espléndidas mues­tras de la actividad del ar­tista, cuya gloria tuvo que resistir, durante su estancia en España, la emulación de Rafael Mengs, pintor alemán que también estaba al servi­cio de Carlos III. Es uno de los artistas más singulares del neoclasicismo, y lo mejor de sus obras se encuentra en los muchos frescos que pin­tó, desparramados por las ciudades antes citadas.

¿Quién esculpió la Victoria de Samotracia?

   El helenismo es una corriente que se forma mediante la fusión de la cultura clásica griega con la orien­tal, que los griegos conocieron a través de las conquistas de Ale­jandro Magno. Una de las ca­racterísticas que determinaron la escultura fue el mecenazgo; pasó de las ciudades a los particulares, por lo cual sucedió que escultores de mayor o menor valía adquirieron fama gracias a sus trabajos por en­cargos de reyes o gobernantes, mientras otros, de igual talento, permanecieron en el anonimato al ser sus obras encargos de ciudada­nos de un lugar poco relevante en la escala social. Así, uno de los escultores cuyo nombre no ha llegado a nuestros días es el autor de una de las más hermosas esculturas de todo el arte griego, la Victoria de Samotracia. Representa a Nike, la diosa de la Victoria en la mitología griega, hi­ja del gigante Pallas. En el arte griego se solía representar a Nike como una pequeña figura llevada en las manos de otras divinidades, a veces llevando una rama de palme­ra, una corona o el bastón de Mer­mes, como mensajera de la victo­ria. Otras veces aparece simplemen­te con las alas desplegadas, sus­pendida en el aire sobre el vencedor de una competición, pues sus fun­ciones se referían no sólo a la victo­ria en la guerra sino en cualquier otra empresa.