¿Por qué se invierten muchos capitales en la investigación atómica?

   Entre los innumerables campos de estudio de la ciencia actual, el de la investigación atómica es sin duda el más rico en posibilidades: no só­lo porque se trata de un campo re­lativamente nuevo y casi inexplo­rado, sino ante todo por las enor­mes posibilidades que ofrece. No existe prácticamente nada que no pueda experimentar la influen­cia, buena o mala, de esta ciencia que hace 65 años se manifestó al mundo como un poder de des­trucción.
   Debido a las colosales posibilida­des que ofrece la ciencia atómica, día a día aumentan las inversiones de capital destinadas a financiar es­tudios, investigaciones y experi­mentos de todo tipo. Y ello no sólo por parte de las grandes potencias mundiales, sino también por parte de países con recursos económicos muy inferiores.
   Si todos los esfuerzos humanos en este campo se encaminaran a fines pacíficos, asistiríamos a una carrera apasionante hacia un pro­greso humano cada vez mayor, con todas las ventajas que esta comu­nión de intereses debería traer con­sigo. Por desgracia, existe todavía un arraigado sentimiento de envi­dia en relación con los descubri­mientos y progresos realizados por los distintos países, lo cual no sólo retrasa considerablemente el avan­ce general, sino que además acaba provocando gastos mucho más ele­vados.

¿Quién construyó las miste­riosas líneas de Nazca?


   En la región de Nazca, situada más o menos en el centro del Perú, se da un curioso fenómeno que so­lamente puede advertirse volando sobre el terreno. Observadas desde cierta altura, las desérticas tierras del valle de Nazca ofrecen la visión de unas figuras geométricas, de­marcaciones del suelo y grandes y amplias líneas rectas, trazadas con piedras sobre la arena, que el paso del tiempo (¿de cuánto tiempo?) no ha podido borrar. Indudablemente se trata de los restos de una civili­zación perdida, que quizá se remon­te a la época en que Nazca fue el centro de una floreciente cultura precolombina, allá por los siglos V y VI, pero nadie ha podido descifrar el significado de tan gigantescas y misteriosas construcciones. Existe una teoría que trata de inter­pretar las figuras geométricas, que parecen haber sido trazadas en el suelo por la mano de un gigante que tuviera el tamaño de una montaña, como el propósito de efectuar ob­servaciones astronómicas capaces de suministrar a los nazcas los da­tos suficientes para elaborar un ca­lendario solar y astral. La cultura nazca se servía, efectivamente, de un calendario astronómico bastante exacto, y algunas líneas de estas fi­guras están relacionadas con los solsticios de verano e invierno. Pero existe otra teoría, sustentada por más de un experto en arqueolo­gía, mucho más inquietante y es­pectacular. Las largas líneas rec­tas demarcadas sobre el terreno, a veces de kilómetros de longitud y tan amplias que sólo se aprecian a vista de pájaro, no serían sino las «pistas» que sirvieron, en una época desconocida, para el aterrizaje de misteriosos objetos voladores veni­dos de otros mundos. Según ello, el valle de Nazca pudo desempeñar el papel de gigantesca base astro­náutica para seres venidos de no se sabe dónde... En cualquier caso, no sería éste el único vestigio que pue­da interpretarse como el posible pa­so de extraterrestres por nuestro planeta en otras épocas. Buen nú­mero de leyendas, grabados y do­cumentos facilitan esa interpretación, que hoy nadie se atreve a rechazar como hipótesis científica. Y, de mo­mento, no tenemos los datos sufi­cientes que nos impidan imaginar libremente quiénes construyeron, y con qué objetivo, los "aeropuertos" de Nazca.

¿Cómo se pintan el cuerpo los indígenas del Brasil?

   La prehistoria sigue subsistiendo hoy en día en las inmensas selvas de la cuenca del río Amazonas. Em­pujadas cada vez más hacia el inte­rior, a causa del avance de la llama­da civilización, algunas tribus de aborígenes luchan diariamente por sobrevivir siguiendo las tradiciones de su existencia primitiva. En caso de guerra, y también con ocasión de determinadas ceremo­nias, estos indígenas se pintan el cuerpo con jugos obtenidos de plan­tas aromáticas. Utilizan sobre todo el rojo intenso del unucu y del onoto, así como el negro azulado del genipa, el enebro americano. Entre algunas tribus, todo el cuerpo es recubierto de un tatuaje fantás­tico y de carácter mágico, mientras que otros sólo se pintan el rostro. Uno de los tatuajes más especiales es el que muestran los jóvenes al término del período de iniciación, y representa su reconocimiento ofi­cial por parte de la tribu. El de los camayura, por ejemplo, se llama omaruro y consiste en dos círculos negro azulados bajo los ojos. Los jívaros, que creen ciegamente en el poder mágico de los tatuajes, para simplificar su aplicación han inventado una especie de máquina de imprimir: un rodillo en el que se halla grabado el dibujo.