Entre los innumerables campos de estudio de la ciencia actual, el de la investigación atómica es sin duda el más rico en posibilidades: no sólo porque se trata de un campo relativamente nuevo y casi inexplorado, sino ante todo por las enormes posibilidades que ofrece. No existe prácticamente nada que no pueda experimentar la influencia, buena o mala, de esta ciencia que hace 65 años se manifestó al mundo como un poder de destrucción.
Debido a las colosales posibilidades que ofrece la ciencia atómica, día a día aumentan las inversiones de capital destinadas a financiar estudios, investigaciones y experimentos de todo tipo. Y ello no sólo por parte de las grandes potencias mundiales, sino también por parte de países con recursos económicos muy inferiores.
Si todos los esfuerzos humanos en este campo se encaminaran a fines pacíficos, asistiríamos a una carrera apasionante hacia un progreso humano cada vez mayor, con todas las ventajas que esta comunión de intereses debería traer consigo. Por desgracia, existe todavía un arraigado sentimiento de envidia en relación con los descubrimientos y progresos realizados por los distintos países, lo cual no sólo retrasa considerablemente el avance general, sino que además acaba provocando gastos mucho más elevados.
¿Quién construyó las misteriosas líneas de Nazca?
¿Cómo se pintan el cuerpo los indígenas del Brasil?
La prehistoria sigue subsistiendo hoy en día en las inmensas selvas de la cuenca del río Amazonas. Empujadas cada vez más hacia el interior, a causa del avance de la llamada civilización, algunas tribus de aborígenes luchan diariamente por sobrevivir siguiendo las tradiciones de su existencia primitiva. En caso de guerra, y también con ocasión de determinadas ceremonias, estos indígenas se pintan el cuerpo con jugos obtenidos de plantas aromáticas. Utilizan sobre todo el rojo intenso del unucu y del onoto, así como el negro azulado del genipa, el enebro americano. Entre algunas tribus, todo el cuerpo es recubierto de un tatuaje fantástico y de carácter mágico, mientras que otros sólo se pintan el rostro. Uno de los tatuajes más especiales es el que muestran los jóvenes al término del período de iniciación, y representa su reconocimiento oficial por parte de la tribu. El de los camayura, por ejemplo, se llama omaruro y consiste en dos círculos negro azulados bajo los ojos. Los jívaros, que creen ciegamente en el poder mágico de los tatuajes, para simplificar su aplicación han inventado una especie de máquina de imprimir: un rodillo en el que se halla grabado el dibujo.
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