Según la mitología escandinava, los valientes, los que arrostraban el peligro y morían en el combate, eran conducidos por las valquirias al Valhala, mansión de los elegidos, donde compartían con el glorioso Odín cerveza e hidromiel, deliciosamente servidos por las vírgenes de ojos azules, escanciadoras de los dioses...
Esto tenían por cierto, desde época inmemorial, los "hombres de los fiordos", los legendarios vikingos, para quienes ser valiente hasta la temeridad y la muerte era la suprema virtud de la vida.
LOS VIKINGOS
"En las noches de tormenta, cuando los hombres de mar de las otras naciones se refugiaban en el puerto, los vikingos desplegaban las velas al viento y lanzaban sus frágiles embarcaciones en las agitadas aguas. Penetraban en los ríos y se apoderaban de una isla o de un fuerte aptos para servirles de cuartel y depósito del botín. Luego remontaban el río y los afluentes. De día permanecían inmóviles en las sinuosidades más apartadas o a la sombra de los bosques junto a los ríos. En cuanto llegaba la noche, escalaban los muros de los conventos, de los castillos y de las ciudades, y pasaban todo a hierro y fuego. Y después de haber destruido, matado, incendiado y pillado, regresaban a sus lejanas bases, entre las nieblas y los hielos del norte".