Tucumán

   En una amena y esplén­dida llanura, cerca del río Salí y al pie del Aconquija, se encuentra Tucumán, ciudad de cerca de doscientos mil habitantes. Da nombre a una provincia de Argentina.
   Casi en el centro de la provincia, se encuentra la ciudad, a 480 metros de altitud y a 1156 kilómetros de Buenos Aires. Sin haber perdido el sabor colonial que le dan viejas casonas y no pocos cortijos de sus inmediaciones, ostenta elegantes y sólidas cons­trucciones modernas, entre bien urbanizadas plazas y paseos; sobresalen entre sus obras monumentales la catedral, el Palacio del Gobierno y el Colegio Na­cional. Tucumán es una ciudad de refinada cultura, que man­tiene una prestigiosa Universidad y varias escuelas técnicas encaminadas a preparar a la juventud para el mayor aprovechamiento de las riquezas naturales del país.
   En las cercanías de Tucumán, se encuentra el llamado Campo de las Carreras, en el que el general Belgrano de­rrotó a las fuerzas realistas españolas, que estaban al mando del general Tristán, el 24 de septiem­bre de 1812.
   Pero el acontecimiento histórico más notable del que fue teatro Tucumán es la proclamación de la Independencia de Argentina, hecha por un congreso de patriotas, que se reunió en ella el 9 de julio de 1816. El edificio donde se reunió el histórico Congreso de Tucumán es hoy un museo.

La fruticultura


   Para las plantas frutales como para las flores, el hombre ha inventado diversos sistemas y artificios para, "mejorar las especies silvestres, hacerlas más resistentes y también capaces de dar frutas hermosas a la vez que sabrosas. Basta comparar, por ejemplo, un manzano silvestre con uno cultiva­do para apreciar la enorme diferencia que existe entre las frutas de ambas plantas. Incluso, cuando una planta ha sido puesta en las mejores condiciones para producir óptimos frutos, siempre ne­cesita, para dar una buena y constante producción, especiales cui­dados por parte del fruticultor. Prácticamente existen dos cuidados fundamentales que han de tomarse en cuenta como requisitos in­dispensables en el cultivo de los frutales: el injerto y la poda.

El archipiélago filipino

   La principal característica del archipiélago filipino es la cantidad; sus islas son tan numerosas que algunas de ellas ni han sido bautizadas. El archipiélago se extiende desde China hasta Australia, separando el mar de China del océano Pacífico.
   El archipiélago volcánico de las Filipi­nas cuenta con más de 7 000 islas; la superficie de las de Luzón y Mindanao equivale aproximadamente a una quin­ta parte de España; otras muchas son minúsculas, pero todas ellas están ha­bitadas. Visitando una isla cada día, el viajero necesitaria 20 años para cono­cer totalmente este archipiélago tropi­cal, cuyo clima permite obtener dos cosechas de arroz anuales. Desde siem­pre, Filipinas ha sido arrasada por ti­fones y sacudida por movimientos sís­micos. Como la lluvia es abundante, crecen bosques frondosos en las lade­ras de las montañas, en las cuales se escalonan, en ocasiones, grandes ban­cales arroceros. Los filipinos son gran­des pescadores.