Para las plantas frutales como para las flores, el hombre ha inventado diversos sistemas y artificios para, "mejorar las especies silvestres, hacerlas más resistentes y también capaces de dar frutas hermosas a la vez que sabrosas. Basta comparar, por ejemplo, un manzano silvestre con uno cultivado para apreciar la enorme diferencia que existe entre las frutas de ambas plantas. Incluso, cuando una planta ha sido puesta en las mejores condiciones para producir óptimos frutos, siempre necesita, para dar una buena y constante producción, especiales cuidados por parte del fruticultor. Prácticamente existen dos cuidados fundamentales que han de tomarse en cuenta como requisitos indispensables en el cultivo de los frutales: el injerto y la poda.