Normalmente, la acidez estomacal mata todos los anticuerpos que llegan a esa zona del aparato digestivo. Pero el estómago de los recién nacidos es menos ácido. Por esto, una parte de los anticuerpos que adquieren mediante la leche del seno materno, consiguen sobrevivir y pasar a la corriente sanguínea.
Pero junto con los anticuerpos también entran al organismo del pequeño otras sustancias igualmente importantes como la lactoferrina y la lisozima, dos proteínas que detienen el crecimiento de microorganismos como virus y bacterias. Sin embargo, las células de defensa más importantes que adquiere el bebé mediante la lactancia son los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco que enseña al cuerpo a defenderse de las infecciones por sí mismo.
¿Cómo eran los celtas?
¿CUÁL ERA EL ASPECTO DE LOS CELTAS?
Según lo que nos refieren los antiguos escritores griegos y romanos, los celtas eran altos y delgados; tenían piel clara, cabellos rubios y ojos azules. Comúnmente los hombres usaban largos bigotes y barbas más bien cortas.
Su vestimenta consistía en una túnica (larga hasta las rodillas en los hombres y hasta los tobillos en las mujeres) y en un par de pantalones estrechos y ajustados.
Tanto los hombres como las mujeres se acicalaban con preciosas alhajas finamente trabajadas: collares, brazaletes, hebillas, anillos y otros diversos objetos de oro y de plata.
POLITICAMENTE DESUNIDOS
Dada la enorme extensión del territorio ocupado por la celtas, podría suponerse que los mismos habían constituido un vasto Estado. Y, sin embargo, no fue así: los celtas no estuvieron nunca unidos políticamente. La característica de este antiguo pueblo fue la de permanecer siempre dividido en un gran número de tribus, frecuentemente en lucha entre sí. La religión, la lengua y las costumbres fueron los únicos elementos que les dieron cierta unidad. Algunas de las muchas tribus en que estaban divididos los celtas llegaron a ser bastante numerosas y poblaron a lo largo de los siglos extensos territorios. Tal es el caso de los galos (en la actual Francia), los belgas (en la actual Bélgica)., los galeses (en la actual Inglaterra) y otros más.
A su vez, estas poblaciones estaban divididas en numerosos grupos independientes y a menudo rivales entre sí. Los galos, por ejemplo, estaban constituidos por unos sesenta de estos grupos, entre los cuales los más poderosos eran los de los auvernios, los eduos, los secuanos y los parisios. Éstas son, precisamente, las poblaciones célticas de las cuales nos habla Julio César en la obra mencionada.
Su vestimenta consistía en una túnica (larga hasta las rodillas en los hombres y hasta los tobillos en las mujeres) y en un par de pantalones estrechos y ajustados.
Tanto los hombres como las mujeres se acicalaban con preciosas alhajas finamente trabajadas: collares, brazaletes, hebillas, anillos y otros diversos objetos de oro y de plata.
POLITICAMENTE DESUNIDOS
Dada la enorme extensión del territorio ocupado por la celtas, podría suponerse que los mismos habían constituido un vasto Estado. Y, sin embargo, no fue así: los celtas no estuvieron nunca unidos políticamente. La característica de este antiguo pueblo fue la de permanecer siempre dividido en un gran número de tribus, frecuentemente en lucha entre sí. La religión, la lengua y las costumbres fueron los únicos elementos que les dieron cierta unidad. Algunas de las muchas tribus en que estaban divididos los celtas llegaron a ser bastante numerosas y poblaron a lo largo de los siglos extensos territorios. Tal es el caso de los galos (en la actual Francia), los belgas (en la actual Bélgica)., los galeses (en la actual Inglaterra) y otros más.
A su vez, estas poblaciones estaban divididas en numerosos grupos independientes y a menudo rivales entre sí. Los galos, por ejemplo, estaban constituidos por unos sesenta de estos grupos, entre los cuales los más poderosos eran los de los auvernios, los eduos, los secuanos y los parisios. Éstas son, precisamente, las poblaciones célticas de las cuales nos habla Julio César en la obra mencionada.
Lianas y plantas epífitas
En busca del solPara alcanzar la luz que necesitan para vivir en los bosques sombríos, las lianas y las epífitas dependen, en sus modos peculiares, de plantas más fuertes, como los árboles, que les sirven de apoyo. Elevándose desde el suelo en que arraigan, las lianas pueden subir retorciéndose, trepando, e hincándose en los árboles que les sirven de tablado con la ayuda de diversos medios, como zarcillos, espinas o raíces. Las lianas más familiares de la zona templada, como la hiedra y la madreselva, poseen tallos finos. Pero en los trópicos, más húmedos y favorables para su pleno desarrollo, hay especies que poseen tallos gruesos como un brazo. No son parásitas, sino que buscan su alimento y agua del suelo, y sus flexibles tallos leñosos poseen tubos conductores adaptados a sus enormes longitudes, que pasan de 200 m. en algunos bejucos trepadores. Una vez que las lianas han atravesado el techo del bosque, emiten hojas y flores, invisibles desde el suelo del bosque, donde sólo una maraña de tallos indica la vida en lo alto.
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