¿Quién fue La Salle el explorador de Francia?

Robert Cavalier, señor de La Salle, nació en 1643 y estudió en colegios de los jesuitas para ser sacerdote.

Sin embargo, atraído por la oportunidad de aventura y fortuna en América del Norte, el joven francés de 22 años viajó a Montreal, una ciudad a orillas del río San Lorenzo. Buscó un claro de un bosque cercano y creó un puesto para el comercio de pieles con los indios de la región, incluyendo los hurones y ottawas.

Aunque su negocio prosperó, el joven La Salle se puso inquieto. Escuchó historias que hablaban de una vía de agua gigante hacia el oeste, un río que cortaba el inmenso territorio de América del Norte.

Con la esperanza de que el río lo llevara hasta el Océano Pacífico, La Salle vendió su puesto de comercio y organizó una expedición para encontrarlo. Reunió a leñadores, guías entre los indios y misioneros en ocho canoas y los condujo por el río San Lorenzo en 1669.

La expedición remó por el lago Ontario y encontró el río Ohio hacia el sur. El río fluía de manera constante hacia el suroeste, y La Salle estaba entusiasmado pensando que podría ser el Paso del Noroeste. Pero después de varios meses, la expedición fue detenida por un tramo de rugientes rápidos. Frustrado, La Salle se volvió y regresó a Montreal.

¿Cuándo inicio el comercio de pieles en Norteamérica?

Durante los siglos XVII y XVIII, las pieles de América del Norte estaban en gran demanda en Europa.

Las pieles de castor se utilizaban en los sombreros de los hombres, y el comercio de pieles se convirtió en una industria altamente rentable. La seducción de las riquezas, esta vez en el comercio de pieles, impulsó a jóvenes franceses a desafiar el desierto de América del Norte.

Si bien muchos fueron motivados por la codicia, otros deseaban salvar almas. A partir de 1611, sacerdotes jesuitas franceses se aventuraron profundamente de América del Norte, construyendo iglesias y convirtiendo las tribus indígenas al cristianismo.

Muchos sufrieron privaciones increíbles, torturas y la muerte por su fe.

Fueron estos dos motivos, ya sea por lucro o para ganar almas, lo que impulsó las primeras exploraciones de los franceses en América del Norte.

¿Cuál era el castigo para un amotinado?

El peor crimen en alta mar era un motín, y el castigo era por lo general la muerte. Pero los marineros no eran siempre obedientes a sus capitanes, y éstos utilizaban una gran variedad de sanciones para hacer cumplir su voluntad.

Trabajo adicional para el infractor o la flagelación eran comunes, y el número de azotes, era según la gravedad del delito. En casos extremos a un marinero se le bajaba por una cuerda por la proa del barco en movimiento.

Ya en el agua, el marinero era arrastrado bajo el barco, golpeándose y raspándose contra el casco incrustado de percebes. El desafortunado marinero era subido de nuevo a cubierta, posiblemente muy arrepentido, y regresaba a sus funciones.