¿Cómo se arma un barco a escala dentro de una una botella?

Los pasos para introducir un barco a escala en una botella no son difíciles: los mástiles se fijan sobre bisagras y se pliegan contra la cubierta al pasar por el cuello del recipiente de vidrio; una vez dentro, son puestos en posición vertical jalándolos por medio de hilos que luego se recortan y se pegan a un ‘‘mar’’ de resina moldeable.
El primer paso de este arte es tallar el casco en madera dura y después armar el barco; piezas de cubierta como el timón y los botes se quitan para que los mástiles puedan plegarse, y una vez que el módelo está dentro de la botella con los mástiles erguidos, los accesorios se vuelven a pegar en su lugar empujándolos con la punta de un alambre.
Las velas, hechas de tela o papel, se sujetan parcialmente a los mástiles para poder enrollarlas y meterlas en la botella, y los palos que las sostienen se colocan paralelos al casco para que pasen por el cuello de ésta.
Pero antes de meter el barco a escala los constructores de modelos forman un mar en la botella con resina moldeable color azul que introducen a presión con unas varillas de acero.
El modelo se mete en la botella por la popa, pues uno de los hilos de control pasa por el bauprés, palo de proa que debe quedar cerca del cuello del recipiente. Cuando el modelo está casi en posición, se jalan los hilos para levantar los mástiles; las velas se desenrrollan con cuidado y luego se fijan con pegamento en su lugar. El hilo del bauprés también se fija con pegamento, y los demás hilos se incrustan en el mar de resina después de asegurar el casco. El hilo sobrante se recorta con una navaja de mango largo y delgado.

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¿De dónde provienen los bumerangs?

Durante los últimos diez mil años los aborigenes de Australia han usado un tipo de armas llamadas bumerangs para matar los animales y las aves con que se alimentan. Dichas armas están diseñadas para volar en línea recta hasta la víctima, asestar un golpe letal y caer al suelo. Los bumerangs que regresan a quien los arroja son más pequeños y ligeros, y los aborigenes no los usan para cazar sino sólo con fines recreativos.

En 1981 fue establecida la marca oficial de lanzamiento de bumerang en Albury, Nueva Gales del Sur, en el campeonato australiano de la especialidad: Bob Burwell, un ingeniero de telecomunicaciones, logró que un bumerang volara 111 metros antes de que hiciera el giro de regreso.

Para que un bumerang regrese no es imprescindible que éste tenga su característica forma arqueada, pues los hay con forma de T, V, X e Y que también son capaces de retornar con el lanzador. Para que el bumerang sea eficaz basta empalmar dos piezas de madera en el ángulo correcto con una liga elástica.


La forma de los bumerangs depende
de la madera con que estén hechos.
Los que retornan a la mano del
lanzador pueden medir hasta 75 cm
de largo y pesar casi 250 gramos,
y los de cacería suelen ser más
grandes y pesados.
Los bumerangs a veces se decoran con
pigmentos rojos, blancos y amarillos.

¿Quién inventó los helados?

Hace 4 mil años, los chinos ya fabricaban una especie de pasta blanduzca a base de leche helada. Este postre estaba reservado para la clase acomodada y era símbolo de grandes riquezas.
En Europa, los helados de leche y frutas aparecen repentinamente en Italia en el siglo XIV, atribuyéndose equivocadamente el mérito de estos postres a Marco Polo y a un pastelero toscano, Bernardo Buontalenti.
En 1533, cuando Catalina de Médicis se casó con el hijo de Francisco I, el futuro Enrique II, rey de Francia, se valió de los helados de frutas italianos para demostrar al resto del mundo las cualidades culinarias de su país.
En los años veinte, el confitero norteamericano Harry Burt de Youngs-town, Ohio, ideó el primer helado sustentado por un palito.

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