El orfebre fabrica objetos de metal, preciosos o no, que tienen una utilización práctica en la casa —para la decoración, la vajilla o el aseo— o que sirven para las ceremonias culturales en las iglesias.
La orfebrería fina suele ser de artesanía; en cambio, la de fantasía acostumbra estar industrializada. Las técnicas que se emplean en este trabajo son varias, además de muy complejas. Por ejemplo, los cubiertos que utilizamos para comer deben ser fundidos antes de pasar al troquelado y al grabado. Las vajillas de plata u oro, los accesorios de tocador, los artículos de fumador y las copas deportivas son modelados con el martillo del planador o con el torno del repujador. Los motivos decorativos realizados por el cincelador-fundidor son mas tarde soldados. Todas estas especialidades exigen dotes naturales y un duro aprendizaje; además, hay pocas posibilidades para establecerse por cuenta propia.