Años atrás se observó que ciertos pacientes recibían, sin desagradables consecuencias, una primera transfusión sanguínea y que al aplicárseles sangre de nuevo sufrían graves reacciones, a pesar de que el líquido hemático inyectado era del mismo grupo sanguíneo al que pertenecía el paciente.
Entonces se descubrió que la sangre de ciertos individuos, contiene otro factor que, por encontrarse también presente en la sangre de un mono llamado Rhesus fue denominado factor Rh. Cerca del 85 por 100 de todos los seres humanos poseen este factor Rh en el interior de sus glóbulos rojos, pero el 15 por 100 restante no lo tienen. A los primeros se les llama Rh positivos; a los segundos Rh negativos. Cuando con motivo de una transfusión sanguínea a una persona Rh negativa, se le inyecta glóbulos rojos Rh positivos, el organismo elabora una substancia "anti-Rh" capaz de aglutinar los glóbulos rojos que contienen el factor Rh.; y esto es lo que sucede cuando en una segunda transfusión se inyecta a esta persona sangre procedente de un individuo Rh positivo. Por esto es muy importante que toda persona se haga determinar en su sangre este factor y, a ser posible, lo lleve escrito en su tarjeta de identificación, para evitar accidentes en caso de una emergencia cuyo tratamiento requiriera transfusiones sanguíneas. Esta determinación es todavía mas importante en vista de la influencia que tiene el factor Rh en la aparición de una grave anemia en ciertos recién nacidos. Cuando la madre es Rh negativa pero el embrión produce glóbulos rojos con el factor Rh, la sangre del feto puede escapar en pequeñísimas cantidades hacia el cuerpo de la madre en donde se formaran substancias anti-Rh; luego este factor anti-Rh puede volver a la circulación del feto y ocasionar la aglutinación de sus glóbulos rojos.
En vista de que el factor Rh positivo lo transmite el padre, se comprende que el feto solo será positivo si el padre también lo es.