El tren de aterrizaje, conjunto de ruedas sobre las cuales corre el avión por la pista a su salida y a su llegada, esta concebido en función del tipo de aparato que deba equipar. En general, consta de dos ruedas colocadas bajo las alas, detrás del centro de gravedad, y de una tercera, mas pequeña, situada en la parte delantera del fuselaje. Las ruedas han de desarrollar un gran esfuerzo cuando los pesados aviones tocan la pista y la recorren. También pueden ir de dos en dos, e incluso de cuatro en cuatro. En cuanto a los neumáticos, aunque tienen una ancha sección y una gran resistencia, se desgastan en seguida y deben ser cambiados con frecuencia. El frenado se efectúa por medio de dispositivos hidráulicos. Los frenos tienen un gran diámetro y desarrollan una importante superficie para que, de este modo, puedan anular el calor desprendido durante su funcionamiento.
Del mismo modo que las aves, para aumentar su linea aerodinámica, repliegan. bajo el cuerpo sus patas cuando vuelan, el avión escamotea su tren de aterrizaje en cuanto ha abandonado el suelo. La entrada y salida del tren de aterrizaje se efectúan por medio de sistemas mecánicos o hidráulicos.
Algunos pequeños aviones. cuyas delgadas alas no permiten el alojamiento de las ruedas, disponen, además de su tren principal, compuesto de dos o tres ruedas, de una ruedecilla en la punta de cada ala. Estos balancines mantienen el equilibrio del aparato durante sus evoluciones en el suelo. En un principio, el tren de aterrizaje de los aeroplanos estaba constituido por un par de patines. Se ha vuelto de nuevo a este principio en los aviones destinados a aterrizar sobre nieve, que están montados sobre esquíes.