En antiguas ceremonias de los druidas era una planta sagrada que simbolizaba el espíritu, ya que no tiene raíces en la tierra. Todos los años se la recogía, cortándola con una hoz de oro un sacerdote vestido de blanco.
Los muérdagos son unos matojos grandes muy ramosos, densos y redondeados que crecen encima de las ramas de los árboles. El muérdago es un parásito; carece de raíces que le permitan extraer humedad y sustancia del suelo. Produce pequeños tentáculos recién salido de la semilla, cuando es aún joven y comienza a desarrollarse. Dichos tentáculos penetran en la corteza del árbol (donde cayó la semilla). Después que estos órganos hayan crecido a través de la corteza, hasta alcanzar la madera, empiezan a desenvolverse por fuera absorbiendo el agua y alimento que contiene el árbol. Así, dicho alimento y agua vienen a nutrir la incipiente planta de muérdago, que va creciendo como lo hacen otras plantas. Nunca tiene contacto con el suelo, porque no lo necesita. A veces crece con tanto vigor que puede matar el árbol que lo soporta.
Hay varias clases de muérdago, que prosperan en distintas especies de plantas, lo mismo en regiones templadas que en tropicales. En la América tropical se encuentran especies de muérdago de vistosas flores rojas o anaranjadas muy comunes y conocidas.
El muérdago común desarrolla panículas de diminutas flores amarillentas que producen luego pequeñas bayas blancas semejantes a perlas.
Estas bayas son muy codiciadas por los pájaros, que las comen con avidez. Al comerlas se les quedan las semillas adheridas al pico, pues tienen un mucílago pegajoso. Los pájaros se desembarazan de dichas semillas frotando el pico sobre las ramas del árbol; de este modo quedan las semillas adheridas a la corteza. Allí germinan y forman una nueva mata.
Tanto en Europa como en los E.U.A. se recoge el muérdago y se emplea como ornamental durante los meses de invierno, especialmente para las fiestas de la pascua de Navidad y de fin de año.