Una cantidad inconmensurable de pequeños animalillos, tan pequeños que solo pueden verse con microscopio, viven en el mar. Algunos de ellos tienen un nombre muy largo: se llaman foraminiferos. Vistos con el microscopio parecen joyas. Cada uno tiene una concha que se ha fabricado por si mismo.
Hay diferentes clases de foraminiferos. No todos hacen sus conchas con el mismo material. Pero muchos de ellos las hacen con la cal que se encuentra en el agua. Cuando estos animalitos mueren, las conchas caen hasta el fondo.
Estos animales han vivido desde hace muchos millones de anos. En algunos lugares existieron en tal número, que con sus conchas se formaron capas gruesas y sólidas en el fondo del mar. Después, el fondo del mar se convirtió en tierra firme y seca, y los yacimientos de conchas quedaron como grandes rocas blancas de piedra caliza que se llama creta.
En varios lugares se encuentran a la orilla del mar acantilados notables por su blancura, como los famosos de Dover, Inglaterra. Son blancos por contener grandes cantidades de creta. También hay regiones enteras que estuvieron en otro tiempo sumergidas bajo las aguas, y que tienen el suelo calizo.
La creta se usa con distintos nombres (greda, tiza, clarión, gis) para hacer masilla de albañilería, o pinturas, polvos para los dientes, substancias para pulir o fertilizantes para la agricultura.
Pero ha sido conocida sobre todo porque con ella se hacen las barras blancas para escribir en los pizarrones de las escuelas. Ahora se comienzan a usar otros materiales semejantes. Pero es curioso pensar que para resolver en el pizarrón de la escuela un problema de aritmética, se aprovechan los restos de millones de pequeños animales que vivieron en el mar hace muchos siglos.