¡Qué difícil sería un día en la escuela sin lápiz para escribir! Naturalmente, se podría hacer con pizarrines y pizarras, como lo hicieron nuestros abuelos. O con plumas de ave, iguales a las que usaron los escolares hace muchos años. Pero los lápices actuales son más fáciles de usar. Escriben sin hacer ruido, y en caso de error nos permiten borrar rápidamente. Millones de ellos se usan diariamente en todo el mundo.
Aunque suele llamárseles "lápiz de plomo", no hay nada absolutamente de este metal en ellos. La mina se fabrica con un mineral negro y graso llamado grafito, mezclado con arcilla blanda y ligera, para que pueda deslizarse fácilmente sobre el papel.
Se llama duro a un lápiz si tiene la cualidad de trazar líneas finas. Los de mina dura, escriben delgado. Para escribir grueso, la composición de la mina debe tener mayor cantidad de grafito que de arcilla, y esto le da un grado menor de dureza. Los distintos grados de dureza de los lápices son importantes, particularmente cuando se trata de dibujar o para ciertos usos especiales.
Sólo ciertas clases de madera son apropiadas para fabricar lápices. La mejor es la del cedro rojo. Así es más fácil sacarles punta con un tajalápiz o cortaplumas.
La arcilla, el grafito y el agua se mezclan hasta convertirse en una especie de líquido pastoso que se hace pasar a través de los agujeros de una placa metálica. De cada perforación sale una tirita cilindrica que se acomoda en bancos de trabajo y se corta en tamaños apropiados. Se meten después en los hornos donde permanecen algunas horas hasta que la mezcla se seca completamente.
Cuando, finalmente, salen de allí, se comprueba su dureza.
Generalmente, los lápices se fabrican de seis en seis. Dos trozos de madera se cortan exactamente al largo, ancho y grueso suficientes para media docena de lápices. Cada trozo tiene seis acanaladuras. A cada una de ellas se le coloca su respectiva mina, y encima, cubriéndolo todo, se pone el otro trozo de madera como si se estuviera haciendo un emparedado. Las máquinas se encargan de dejar firmemente unidas las dos secciones.
La operación final consiste en cortar los lápices uno a uno, darles un baño de pintura y poner en su sitio la goma de borrar.