Mesopotamia, el país que vio la más antigua cultura de la humanidad, presenta un panorama mitológico de suma importancia, ya que en él pueden encontrarse las raíces de muchas tradiciones que han tenido profundas repercusiones en el mundo occidental, sobre todo a través de la Biblia. El material mitológico de Mesopotamia nos ha llegado en sumerio, en babilonio y en asirio (estos dos últimos forman el acadio).
Hay poca diferencia entre las formas babilonia y asiría de los mitos, pero es considerable la que existe entre ellas y la forma sumeria. Ello no obstante, se reconoce la presencia de ciertos mitos básicos de origen sumerio, como el llamado Descenso de Ishtar a los infiernos, que nace del mito de Dumuzi e Inana y está incompleto. Otro es el mito de la creación, que se ha encontrado en varias versiones, la más conocida de las cuales, la asirobabilonia, es famosa por su redacción en un hermoso poema que empieza con las palabras Enuma elish, "cuando arriba". Pero en este mito no se concibió, en ningún momento, la creación ex nihilo (de la nada), gran avance hecho por la narración bíblica, que parece tener su fuente aquí. Otros mitos interesantes fueron el del nacimiento de la luna, la creación del hombre y el de la existencia de un lugar paradisiaco, llamado Dilmun. También encontramos el relato de una pugna entre Dumuzi, el pastor, y Enkimdu, el agricultor, mito que es antepasado del famoso relato de Caín y Abel. También hay narraciones del diluvio, el arca y Noé (llamado Utnapishtim en Mesopotamia) y otros muchos mitos que dan posteriormente origen a numerosas tradiciones y relatos que aparecen en la Biblia. Precisamente por este fondo común de tradiciones y material mítico, es de primera importancia estudiar la mitología sumeroacádica, para quienes se interesen por los orígenes del relato bíblico y sus fuentes más antiguas.