Gracias al sifón se impide que el aire viciado ascienda por un tubo, aunque sin estorbar el paso de lo que debe ser evacuado por él.
Para obtener un sifón conveniente, basta con curvar el tubo por debajo del fregadero, de la cubeta del lavabo o del asiento de los W.C., de manera que se forme una tubería en forma de U; es decir, de vasos comunicantes. En el interior de éstos hay un poco de agua que se encuentra constantemente retenida y en equilibrio en virtud del principio tan conocido. Esta agua realiza la función de obturador perpetuo, pronto a ser expulsado y a reconstituirse inmediatamente. Un sifón muy diferente es el que se utiliza con objeto de transvasar un líquido —el agua de un acuario, por ejemplo- de un recipiente a otro colocado más abajo, sin que haya necesidad de inclinar el primero ni de equiparlo con un grifo. Para ello se toma un tubo de caucho, al cual se da la forma de U, y, una vez "cebado" este sifón (es decir, una vez lleno enteramente de líquido), y sumergiendo las dos ramas, respectivamente, en el vaso superior y en el vaso inferior, se opera el transvase. Finalmente hay que mencionar el sifón de agua de Seltz de los bares, que es una botella de cristal grueso, protegida por una funda de plástico, puesto que contiene, a presión, agua con gas carbónico. Un dispositivo provisto de una palanca constituye el cierre de la botella. La palanca regula la salida del agua gaseada por el tubo que está sumergido en ella verticalmente.