Edouard Manet (1832-1883). En su pintura se valía Manet de la luz, no sólo por su mera luminosidad, sino para alcanzar la ilusión tridimensional que antes se conseguía con las sombras.
Manet nació en París, donde estudió con Tomás Couture. Viajó por Italia, Alemania, Holanda y España. En este último país fue influido por el arte de Velázquez. Luego, en París, desarrolló un estilo propio. Reunió en torno suyo a numerosos pintores jóvenes que constituyeron el grupo de los impresionistas, y ejerció considerable influencia sobre ellos, así como sobre otros pintores posteriores. El Salón de París le desechó muchas obras por raras. Las que llegó a exhibir suscitaron las burlas del público y el escarnio de la crítica, como ocurrió con la "Olimpia", hoy en el Louvre, y "El Buen Bock", dos de sus mejores cuadros. El verdadero mérito de Manet no fue reconocido sino hasta después de su muerte. Tenía un agudo sentido para expresar, con pocas y fuertes líneas, precisas pinceladas en colores planos y ricos, la característica más saliente de su modelo. Entre sus más célebres cuadros están: "La Dama del Loro", en el Museo Metropolitano, de Nueva York, "El Hombre Muerto", "Fusilamiento del Emperador Maximiliano", "El Almuerzo", "En el Invernáculo" y el retrato de su amigo Zolá. Ilustró también El Cuervo, de Edgard Allan Poe.