El vapor se convirtió en agua y formó los mares, pero la joven Tierra seguía siendo un lugar muy hostil. Su atmósfera era humeante y venenosa, sin oxígeno que permitiera la vida, como en la actualidad. Se desarrollaban tormentas eléctricas muy fuertes continuamente. La caliente superficie de la Tierra era bombardeada por rayos ultravioleta letales. Y, sin embargo, la vida se inició en esas condiciones. Se formaron las primeras células vivientes, muy pequeñas, bajo la superficie protectora del agua.