En 1783, dos hermanos franceses y fabricantes de papel, Joseph y Étienne Montgolfier, elevaron a 2,000 metros de altitud un globo de aire caliente con una capacidad de 612 m³.
La imposibilidad de gobernar su rumbo restringió el uso del globo a los ámbitos deportivo y científico.
En noviembre de ese mismo año tuvo lugar el experimento público definitivo: un globo con 2,185 m³ de aire caliente despegaba desde el Bosque de Bolonia, en París, con dos pasajeros: el historiador Jean Pilatre de Rozier y el marqués d'Arlandes. El histórico vuelo duró 26 minutos y el aterrizaje se produjo a 8 kilómetros de distancia del punto de despegue. La ingobernabilidad de los globos no los hizo aplicables al transporte aéreo, y su uso quedó restringido a los ámbitos científico y deportivo.